Recuerdos de María del Pilar

María del Pilar en Angola

María del Pilar en Angola

Seguro que muchos veteranos recuerdan a  la neurocirujana que viajaba por toda Angola con el general Tomasevich en la década del 70. No tengo problemas para hablar sobre mi relación con él. Era conocida por todos, incluyendo su familia. Sus hijos compartían los fines de semana en La Habana con nosotros y con mi hija.

María del Pilar era mi nombre de guerra. Yo, aunque militar de profesión en los servicios médicos, en realidad era mercenaria pues soy española. Viví muchos episodios allí al estar a diario en compañía de Tomás, con quien compartí mi vida por años.

Recuerdo el día que volé por primera vez a Angola, en 1978. En el avión militar solo viajábamos dos mujeres, una con su esposo -un coronel-, y yo, que en ese momento tenía 27 años . Nadie sabía quién me esperaba en Luanda Se sentó un oficial a mi lado y comenzó a querer asustarme , que si no me recogían de mi unidad, que si los FAPLAS  nos detenían… todo para intentar convencerme de que fuera adonde él iba en Luanda De hecho, los oficiales iban al aeropuerto  a esperar los aviones, para poder pescar «carne fresca», sobre todo de las enfermeras.

No puedo olvidar la sorpresa de ese oficial cuando el avión finalmente aterrizó tras problemas por falta de iluminación en la pista y el jefe de la contrainteligencia entró en el avión y me sacó a mi antes que a todos. ¡Y la cara que puso cuando vio que era el jefe de misión el que me esperaba! Las mujeres éramos tratadas como poca cosa a pesar que muchas de nosotras habíamos dejado incluso a nuestros hijos para estar allí haciendo nuestro trabajo.

Recuerdo también, como anédcota curiosa, que justo después del ataque a Casinga una delegación con Sam Nuyoma, el líder namibio, la delegación civil y militar cubana y miembros de una comisión de la ONU se juntaron para visitar los campamentos namibios y en lo posible evitar otras masacres como esa. Viajamos durante días en Land Rovers por toda la región sur, hacinados literalmente.

Yo fungía además de traductora de la parte cubana ( inglés /castellano, ya que me habia criado en USA hasta los 17 años). Ibamos en la parte trasera del vehiculo principal, casi como equipajes, el comunicador y yo. Mis narices se llenaron de fango, de tanto polvo que tragamos. Llegamos a un campamento donde había mujeres cuanhamas, que llevan anillos y el pelo arreglado con una mezcla de boñiga de vaca y aceite vegetal que les pone el pelo de color amarillento.

Yo llevaba mi larguísimo pelo rubio en trenzas durante días, y el sudor hacía que me picara todo el tiempo el cuero cabelludo, así que en un alto decidí aprovechar y cepillarme el pelo. Para sorpresa de todos los presentes, me rodearon todas las mujeres; la escolta temió algo pudiera suceder, pero por señas supe que solo querían poder tocar mi pelo. La más vieja del grupo pidió permiso para tocarlo y explicar a las otras que mi pelo era de ese color y no tenía el emplaste que ellas usan. Les asombraba que pudiera cepillarse libremente. Fui la primera mujer blanca que vieron. Luego supe que sus maridos les colocan pesado collarines de plomo para evitar que se alejen de ellos, ya que así se cansan por el peso. Terrible. (Testimonio de la lectora María del Pilar)