¿Conoció el Che a Savimbi?

Uno de los mitos más persistentes de la Guerra de Angola asegura que Ernesto Che Guevara conoció y trató  al líder de la UNITA, Jonas Savimbi, y que lo prefería por encima de Agostinho Neto. Miles de cubanos y angolanos están convencidos de que así fue, pero investigaciones de los historiadores demuestran lo contrario.

Los caminos de ambos líderes estuvieron a punto de cruzarse entre fines de 1964 e inicios de 1965, pero nunca se conocieron personalmente.

Otro de los rumores persistentes apunta a una relación entre el Che y el líder del FNLA, Holden Roberto, y parece tener más fundamento.

En diciembre de 1964 Savimbi visitó brevemente Brazzaville (capital de la actual República del Congo), para reunirse con la jefatura del MPLA, que operaba allí. Cinco meses antes, en julio, había renunciado al puesto de Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno en el exilio (GRAE), cargo que ocupaba  como miembro del FNLA.

En su libro The Cuban intervention in Angola, 1965-1991, Edward George señala que los líderes del MPLA -Neto, Lúcio Lara, Luís de Azevedo- no impresionaron a Savimbi, quien regresó a Suiza de inmediato, ese mismo mes, a completar su título de médico, e inmediatamente después salió hacia China para recibir entrenamiento guerrillero durante cuatro meses. En octubre de 1966 Savimbi regresó a Angola, penetrando por la provincia de Moxico y fundó allí su propio movimiento, UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola).

El Che, por su parte, llegó a Brazzaville el 5 de enero de 1965 para una visita de dos días al MPLA. Obsesionado con desatar una revolución en África, le pidió al MPLA que enviara guerrillas a combatir en el Congo (el mismo país que luego se llamó Zaire y ahora es República Democrática del Congo), pero esa petición, desde luego, fue recibida fríamente.

El Che reunido con la cúpula del MPLA en Brazzaville, en diciembre de 1964. Creo que el primero a la derecha es Nito Alves, ejecutado en un fallido golpe de estado en 1978.

El Che reunido con la cúpula del MPLA en Brazzaville, en diciembre de 1964. Creo que el primero a la derecha es Nito Alves, ejecutado en un fallido golpe de estado en 1978.

En cambio, los angolanos le pidieron al Che que Cuba les enviara instructores. Inicialmente el MPLA pensó en recibir entrenamiento guerrillero de los chinos, pero la distancia era un obstáculo muy grande; y ya le había pedido instructores a los argelinos, pero estos no los enviaron, señala Piero Gliejeses en su libro Conflicting Missions.

La esposa de Lúcio Lara, Ruth, -señala Gliejeses-, dijo que los angolanos no quedaron muy contentos con la visita del Che, porque sabía muy poco del MPLA y su mente estaba concentrada en su próxima aventura en el Congo, que resultó ser desastrosa.

De todos modos, el guerrillero argentino trasmitió a La Habana los pedidos de ayuda militar e instructores que le hizo Agostinho Neto, y le prometió que llegarían en el verano.

Una relación entre Holden Roberto y el Che parece más posible, y habría sido estrictamente epistolar.

Holden Roberto

Holden Roberto (1923-2007), en su vejez

En una entrevista con Edward George en mayo de 1998 en Luanda, Roberto le dijo que el Che «me envió una carta, pero no me reuní con él. [Eso fue] porque él estuvo en Brazzaville, y fue a ver un campamento del  MPLA en Cabinda y no le causó buena impresión. Y me escribió una carta en Kinshasa diciendo que quería conocerme y que yo debería ir a reunirme con él y que quería ayudar al FNLA…Lo rechacé, y le dije que esta era una guerra de liberación nacional y que no queríamos que se involucraran extranjeros. Y él dijo que lamentaría esa decisión».

¿Ocurrió realmente así? Es difícil saberlo. En su libro, Gliejeses refiere que durante esa visita del Che a Brazzavile, Jorge «Papito» Serguera (entonces embajador en Argelia) visitó un campo de entrenamiento del MPLA -sin el Che- y los angolanos usaron el mismo truco que empleó Fidel Castro con Herbert Matthews en la Sierra Maestra: pusieron a desfilar repetidas veces delante del visitante a los mismos guerrilleros. Serguera retornó a Brazzaville muy impresionado con el poderío militar del MPLA.


Bajo fuego enemigo

De izquierda a derecha, los pilotos Silvio Gonzalez Mojena, Mario Riva Morales y Emilio Gonzalez Rivas (caído en combate)

De izquierda a derecha, Silvio González Mojena, Mario Riva Morales y Emilio González Rivas (caído en combate)

El  relato que leerán a continuación narra el derribo de un helicóptero cubano con 15 personas, comandado por el piloto Emilio González Rivas, el 17 de mayo de 1978, en un enfrentamiento con el FNLA:

Al mando de una pareja de  helicópteros llegamos, en horas de la tarde,  al poblado conocido por el nombre de Aldeia Viçosa, en el noreste de Angola, a más de 200 kilómetros de Luanda. El Mayor Fogueton, a la sazón Jefe Militar de la Región por la parte angolana, había ido hasta el Puesto de Observación de su artillería.

El representante del Regimiento Aéreo (cubano) ante el mando angolano Primer Teniente Jorge Luis, decidió trasladarse en el primer helicóptero hasta la posición anteriormente señalada. El segundo helicóptero debía permanecer en  Aldeia Viçosa esperando instrucciones.

Volamos  hasta María Adelaida, otra población en las cercanías, en donde encontramos el Puesto de Observación. En este punto se nos incorporó el segundo helicóptero.

Desde allí, las posiciones enemigas se apreciaban con bastante claridad. Se observaba el accionar de un mortero, perteneciente al FNLA, que  hostigaba a las posiciones cubano-FAPLA.

El Mayor Fogueton (angolano), tomo la decisión de golpear al enemigo utilizando los helicópteros, aunque el jefe militar cubano, Coronel Harry Villegas (el Pombo de la guerrilla del Che Guevara), fuera de la opinión que se debía emplear la artillería.

Harry Villegas, ex guerrillero y militar cubano

Harry Villegas, ex guerrillero y militar cubano

Nos dio la impresiónde  que al angolano no le gustó la observación del jefe cubano y para fundamentar su decisión alegó que solamente le quedaban 29 salvas de artillería, lo que correspondía a la disposición combativa de la Unidad en cuestión. Fue en esos momentos que nos enteramos de los acontecimientos de Zaire, pero sin posibilidades de reflexión:

Luanda, 15 de mayo de 1978 (PL).-

La RPA declaró que esta completamente ajena a cualquier movimiento de los elemento zairenses en insurrección armada contra el gobierno de Mobutu.

La RPA recordó que las áreas señaladas como lugar de las confrontaciones no quedan situadas en la frontera con Angola.

Lusaka 17 de mayo de 1978 (PL).-

El secretario de relaciones exteriores británico, David Owen, declaró ante el parlamento que no hay datos que prueben la participación extranjera en los combates que se desarrollan en Zaire.

No debimos, nunca, haber aceptado el plan de golpear de frente, a un enemigo que tenía conocimiento de nuestra posición y seguramente había elaborado planes para contrarrestar nuestra presencia.

El helicóptero líder ataco la posición del mortero, pasando sobre la línea del frente a 400 metros de altura mientras que el segundo debía prestar la cobertura necesaria volando a 800 metros de altitud.

Al sobrevolar lo que se consideraba el borde delantero del enemigo, escuchamos que nos estaban efectuando disparos.

Ordenamos disparar con las armas de infantería, del personal que se encontraba en la cabina de carga.

El segundo helicóptero, en lugar de mantener la altura coordinada, se mantuvo al mismo nivel de vuelo del helicóptero líder.

Supusimos que por ir a una distancia de un kilómetro, Emilio González y el copiloto Juan Valdespino, los tripulantes del segundo helicóptero, pudieran haber apreciado el lugar desde donde procedían los disparos y es por eso que le hicimos la pregunta de rigor, y al recibir la respuesta afirmativa les ordenamos entrar en combate y utilizar los cohetes.

Saliendo del rumbo combativo, observamos una llamarada en el costado izquierdo del helicóptero de Emilio, entre el borde interior del bloque de cohetes y el tanque izquierdo de combustible, completamente arriba de la rueda principal izquierda.

Emilio contestó afirmativamente a nuestra pregunta de si conocía que estaba en llamas, por lo que le ordenamos aterrizar en la primera plataforma que encontrara. Pero el helicóptero de Emilio no entró en auto-rotación*, que es lo indicado para este tipo de emergencia, sino que comenzó a realizar giros a nivel.

Seis minutos duró aquella agonía pues, al parecer, la indecisión de Emilio permitió que el incendio cobrara fuerzas y que los compañeros que se encontraban dentro de la cabina de carga fueran forzados, por las llamas, a trasladarse hacia la parte delantera de la cabina de carga, provocando la inestabilidad del helicóptero hasta que, presionados por las llamas, muchos de los atrapados en aquella cabina decidieran saltar del aparato antes de quemarse vivos. Vimos a tres de ellos agarrados de las manos, proyectarse al vacío.

Aquello parecía una película de horror, en pantalla ancha y a todo color. Solamente el olor nos hacía razonar que era real, que no estábamos en una sala de proyecciones. Después de cuatro o cinco minutos, Emilio realizó una aproximación a una plataforma en el pico de una montaña, quedándose por debajo de la misma.

Inmediatamente apreciamos el descontrol de los parámetros de vuelo y como, se precipitaba hacia la tierra en una cañada. Tres veces  aterrizamos para buscar a nuestros compañeros, pero lo intrincado de la selva, en estos lugares, impedía cualquier intento de rescate.

En la penúltima oportunidad en que logramos aterrizar en la cúspide de una de las elevaciones más próximas a la catástrofe, el Coronel Harry Villegas, que se encontraba a bordo de nuestro helicóptero, le ordenó a la escuadra de infantería (nueve hombres de su escolta), que desembarcaran y llegaran al lugar donde en esos precisos momentos se encontraban estallando los cohetes del helicóptero abatido. El Jefe de la escuadra titubeó y al notarlo, Villegas saltó del helicóptero gritando algo así como: «todos conmigo» y se perdieron cuesta abajo.

Percatándonos de la inmensa responsabilidad que tendríamos que asumir, en caso de sucederle cualquier eventualidad a Villegas, ordenamos al copiloto (Oscar Machado Hernández) que trajera a Villegas de vuelta al helicóptero, a como diera lugar. El enemigo podía atacar nuestra posición con fuego de mortero y si nos veíamos en la necesidad de despegar, quedarían aislados y en la orilla opuesta (a la posición de nuestras tropas) del río Dange.

A  estas alturas Machado había logrado establecer comunicación por la radio de onda corta, con Luanda y Marcos Cairo, el Jefe del Estado Mayor del Regimiento Aéreo nos estaba tratando de dar apoyo con la aviación de combate.

Los aviones nos sobrevolaban y nosotros los veíamos, pero ellos nunca nos tuvieron a la vista. La escasa visibilidad les impedía apreciar las características del terreno. No obstante nos sentíamos protegidos y agradecidos. Al menos sabíamos que teníamos compañía.

Llegó el momento de tomar la decisión de retirarnos del lugar de los hechos. Anochecía y solo quedaba la reserva de combustible, necesaria para regresar al aeródromo de Negage, cuando desde el aire y en el último pase sobre el lugar del siniestro, logramos avistar a Rodolfo Castillo, el técnico de vuelo de la infortunada tripulación y  un soldado de las FAPLA.

Con la clavícula fracturada y una herida, profundísima en la parte posterior de la cabeza, Castillo, había logrado alcanzar la cima de la elevación y hacía señales con un pulóver (t-shirt) de color blanco. Logramos aterrizar y rescatarlo, sin embargo el soldado FAPLA, nunca llegó al helicóptero. Castillo refirió más tarde que, después de separarse en el último tramo, no lo había vuelto a ver.

Al día siguiente llegamos al lugar del desastre bastante tarde, sobre las 11:00 hrs. Las nubes, a ras de los picos de las montañas más altas, no nos daban la oportunidad de ubicar la posición y menos, intentar un aterrizaje en esas condiciones meteorológicas.

Por fin logramos rescatar los cadáveres de nuestros compañeros, casi todos torturados (los que aun permanecían con vida al llegar las tropas del FNLA) y los que ya eran cadáveres les habían sido cercenados los genitales. El rencor y el odio fueron de incalculables dimensiones.

La guerra desata los más bajos instintos  del ser humano.

La Comisión investigadora de los hechos trató de presentar el derribo de la tripulación de Emilio, como un accidente, resultado de un error de la técnica de pilotaje, a lo que nos opusimos categóricamente.

Dicha comisión se encontraba compuesta por el Coronel Ernesto de la Paz Palomo (no le gusta que lo llamen por el segundo apellido), inspector de la aviación de caza**, el Teniente Coronel Miguel Luna, ingeniero principal para la aviación de helicópteros y el Teniente Coronel Lezcay, Jefe del Laboratorio de Medicina Aeronáutica.

En las primeras horas del día 19 de mayo del año 1978, al segundo día de la catástrofe, nos encontrábamos redactando el informe de los hechos cuando, seguido a una fuerte detonación, sobre nuestras cabezas se desplomó el techo del local donde nos encontrábamos. A Luna le sangraba la cara, y pistola en mano gesticulaba. Machado, el copiloto del helicóptero, gritaba «morteros».

Habían reventado unas espoletas de mercurio que, por descuido, se encontraban en  la oficina del Coronel Villegas dentro de una lata que estaba siendo utilizada como cenicero por uno de los compañeros allí reunidos. Este descuido le costo a Villegas que una esquirla se le alojara en un testículo. El fumador perdió un dedo.

Las conclusiones de la comisión investigadora no coincidieron con los criterios de la tripulación sobreviviente. Debo recalcar que en esta comisión no estuvo presente ningún piloto de helicópteros, ni tan siquiera un oficial con preparación táctica en este tipo de armamento. Solo un ingeniero en motor y fuselaje el que, por desgracia, no podía aportar más que sus conocimientos de la técnica.

La responsabilidad por la muerte de 15 compañeros, que iban a bordo del helicóptero se le podía haber atribuido a la,

-Falta de información sobre la situación real del FNLA en la región.

-Carencia de una estrecha cooperación entre los diferentes tipos de armas, presentes en el teatro de operaciones militares.

-Falta de conocimiento del Jefe Militar de la región, con relación al papel que debían jugar los helicópteros.

Increíblemente todo quedó en el limbo. Nos habían enviado a operar bajo el mando FAPLA, algo verdaderamente insólito, porque según el reglamento del Jefe de la Misión Militar de Cuba en Angola (MMCA), tales operaciones estaban totalmente prohibidas.

Cuando José Antonio Alvarez Lachiondo, el Jefe del Regimiento Aéreo, nos había ordenado subordinarnos a las órdenes del Mando FAPLA, logramos que formulara una autorización, firmada de su puño y letra; pero más que eso, habíamos logrado que enviara a un representante de la aviación al frente del destacamento.

Este documento, más el hecho de no ser directamente jefe de la operación, sirvió para que la soga no se rompiera por su lado más débil, aunque sabemos que, el que luego sería Jefe de las Tropas de la DAAFAR en Cuba, el General de Brigada Rubén Martínez Puentes*** (en aquel momento sub-capitán),  que se encontraba en la R.P.A. al frente de una Comisión de Control, tratara infructuosamente, de achacarnos la responsabilidad de la catástrofe.

General de Brigada Rubén Martínez Puentes

General de Brigada Rubén Martínez Puentes

Marcos Cairo (Jefe del E.M. del Regimiento Aéreo), de forma confidencial, nos dijo que Martínez Puentes le había preguntado si no sería que nos habíamos apendejado.

Después de la muerte de Emilio, luego de que la confesión de un prisionero nos permitiera detectar una base de operaciones del FNLA, el mando militar cubano planificó una operación de respuesta.

*La auto rotación forma parte de cualquiera de los diferentes tipos de emergencia, en la aviación de helicópteros. Se traduce en un descenso rápido, durante el cuál el piloto debe escoger una plataforma y proceder al aterrizaje en la misma.

** Este oficial, piloto de aviones «caza», 10 años más tarde sería Jefe de un Regimiento de Helicópteros, sin jamás haber volado en uno de ellos.

*** Rubén Martínez Puentes es el mismo que dirigió el derribo de los aviones de “Hermanos al Rescate”.

(Testimonio del lector Manchiviri. Este fragmento forma parte de un libro en preparación)

Listado tentativo de pilotos caídos

Capitán Jorge González Pérez, caído en Angola. El avión MIG-23ML que pilotaba fue derribado cerca de Menonge el 25 de julio de 1986. Foto tomada del blog HavanaLuanda

Capitán Jorge González Pérez, caído en Angola. El avión MIG-23ML que pilotaba fue derribado cerca de Menonge el 25 de julio de 1986. Foto tomada del blog HavanaLuanda

El colega del blog HavanaLuanda compiló esta lista de los pilotos cubanos muertos en Angola a causa del derribo de sus aeronaves.

Con la ayuda de ustedes, los lectores -que pueden corregir datos imprecisos o erróneos, o agregar más información- podemos llegar a una versión más definitiva sobre estas bajas de la guerra.

No. Fecha Tipo de aeronave Lugar Muertos Pilotos/ Nota
1 1976 MIG-21 MF ¿ ¿ Se estrelló por un fallo hidráulico?
2 1977 ó 1978 AN-26 Cuangar ? Derribado por una flecha (COM) de la UNITA
3 Mayo 17 de 1978 MI-8-T Negage 13 Tte. Emilio González Rivas. Derribado por armamento ligero
4 Agosto 6 de 1980 YAK-40 Matala 29 Derribado por error por las propias TCAA cubanas.

Pilotos y tripulantes soviéticos

5 Marzo 15 de 1981 MIG-21 MF Cabinda Mayor Leonel Ponce Torriente. Misil antiaéreo. Rescatado.
6 Junio 11 de 1981 MIG-21 MF Mulondo Tte. Danacio Valdés. Derribado por Mirage F-1CZ, Maj. Johann Rankin
7 Junio 7 de 1982 AN-26 Lubango Cap. Osvaldo López Terrero
8 Agosto 12 de 1982 MIG-21U Lubango ¿ Pastrana y Merino
9 Octubre 5 de 1982 MIG-21 BIS Lubango Tte. Raciel Marrero Rodríguez
10 Octubre 5 de 1982 MIG-21 BIS Lubango Tte. Gilberto Ortiz Pérez
11 Noviembre 6 de 1982 MI-8T Cuango 11 Cap. Raúl Vigo
12 Diciembre 8 de 1982 MI-8T La Cuca 6 1er.Tte. Raúl Vega
13 Abril 23 de 1983 MIG-21 MF Lubango Cap. Raúl Fernández Sánchez
14 Agosto 8 de 1983 MI-8T Cangamba 1 Mayor Policarpo Alvarez
15 Agosto 21 de 1983 MIG-21 R Luena Cap. Chacón
16 Octubre 2 de 1983 MIG-21 Lubango 1 Cap. Andrés Valle
17 Octubre 20 de 1983 MIG-21 PFM Luau Tte. Cor. Henry Pérez. Derribado por el fuego antiaéreo de la UNITA.
18 Noviembre 10 de 1983 MIG-21 Lubango 1 Cap. Roberto Hernández Alvarez
19 Diciembre 29 de 1983 MIG-21 BIS Lubango Tte. Fidel Pérez
20 Diciembre 29 de 1983 MI-8T Luau 4 1er.Tte. Jesús Galindo Bacallao, sub tte Juan Carlos Rodríguez
21 Enero 12 de 1984 MI-8T Huambo 5 Tte. Cor. Albizu
22 Agosto 9 de 1984 MIG-23 ML Luena Cap. Pedro Zequeiras
23 Agosto 9 de 1984 MIG-23 ML Luena Tte. Alberto Olivares Horta
24 Agosto 9 de 1984 MIG-23 UB Luena Mayor Antonio Rojas Marrero
25 Agosto 9 de 1984 MIG-21 BIS Luena Cap. Pausides Hechevarría
26 Agosto 21 de 1984 MIG-21 Lubango 1 1er.Cap. Guillermo Merino
27 Diciembre 2 de 1985 AN-26 Zaire Cap. Rafael del Pino (Jr) Aterrizaje forzoso
28 Marzo 12 de 1985 MIG-23 ML Menongue Cap. Lino Cabrera Viera
29 Finales de junio 1985 MIG-21 PFM Malange Tte. Taurino Toledo Vila
30 Julio 31 de 1985 MIG-21 BIS Luanda 1 1er.Tte. Sergio Herrera
31 Septiembre 5 de 1985 AN-2 Gabela Tte. Gilberto Machado Ibáñez
32 Noviembre 24 de 1985 MI-8T Alto Cuilo Tte. Arcides Arcis León. Derribado por Impala
33 Noviembre 9 de 1985 MI-8T Lucusse Tte. Sabino Ferreira Santos
34 Julio 7 de 1986 MIG-21 BIS Lubango 1 1er.Tte. Raúl Quiala
35 Julio 25 de 1986 MIG-23 ML Menonge 1 Cap. Jorge González Pérez
36 Septiembre 13 de 1986 MIG-23 ML Menonge 1 Cap. José A. García Flores
37 Abril 11 de 1987 MI-8T Luena 3 Tte. Jesús Martínez Santos
38 Octubre 24 de 1987 MIG-23 ML ? 1 Cap. Lorenzo Morales Ramos? Derribado por MANPAD (fuerza antiaérea UNITA)
39 Octubre 28 de 1987 MIG-21 UM Luvuey Tte. Cor. Manuel Rojas, Cap. Ramón Quesada Aguilar. Derribado por el fuego antiaéreo de la UNITA. Capturados.
40 Noviembre 25 de 1987 MIG-21 ? ? No hay datos.
41 Noviembre 29 de 1987 MIG-23 ML Cuito ? Derribado por G-5 de la SADF.
42 Noviembre 29 de 1987 MIG-23 ML Cuito ? Derribado por G-5 de la SADF.
43 Noviembre 29 de 1987 MIG-23 ML Cuito ? Derribado por UNITA MANPAD
44 Noviembre 29 de 1987 MIG-23 ML Cuito ? Derribado por UNITA MANPAD
45 Diciembre 12 de 1987 MIG-21 Cuito ? Derribado por UNITA MANPAD
46 Diciembre 20 de 1987 MI-8T Tempue 1 1er.Tte. Alejandro Díaz
47 Enero 14 de 1988 MIG-23 ML Cuito Cap. Francisco A. Doval. Derribado por UNITA MANPAD.
48 Enero 19 de 1988 SU-20 M ? ? Derribado por SADF
49 Enero 21 de 1988 MIG-23 ML Menonge 1 Cap. Carlos Rodríguez Pérez
50 Febrero 5 de 1988 MIG-21 ? ? Derribado por SADF
51 Febrero 5 de 1988 MIG-21 ? ? Derribado por SADF
52 Febrero 15 de 1988 MIG-23 ML Cuito 1 Cap. Juan P. Rodríguez
53 Marzo 1ro. de 1988 MIG-23 ML ? ? Derribado por SADF
54 Marzo 17 de 1988 MIG-23 ML Cuito 1 Ernesto Chávez
55 Marzo 23 de 1988 MIG-23 ML ? ? Derribado por SADF
56 Abril 27 de 1988 AN-26 Cahama 26 Derribado por las propias TCAA cubanas. Muere el Gral. Paco Cruz, BG Francisco Cruz Bourzac y una comisión de altos oficiales que viajaba en la aeronave.
57 Abril 29 de 1988 MIG-23 ML ? ? La fuente (Tom Cooper) sólo indica que se desconocen las causas
58 Junio 5 de 1988 MIG-21 Cuito ? Derribado por G-5 de SADF
59 Junio 5 de 1988 MIG-21 Cuito ? Derribado por G-5 de SADF
60 Junio 27 de 1988 MIG-23 ML ? ? Derribado por Ystervark 20 mm de SADF
61 Julio 5 de 1988 MIG-21 ? ? Se desconocen las causas

La batalla de los pilotos por sus mujeres

Los pilotos Orestes Lorenzo y Fidel Pérez en Angola en 1983. Lorenzo desertó a EEUU en 1991. Foto tomada del blog HavanaLuanda

Los pilotos Orestes Lorenzo y Fidel Pérez en Angola en 1983. Lorenzo desertó a EEUU en 1991. Foto tomada del blog HavanaLuanda

La batalla de los pilotos por llevar a sus esposas no fue nada fácil. La lengua se les gastó a más de una docena de ellos. Se corrió la noticia de que el Mando Superior estaba considerando la opción de las mujeres de los pilotos de caza.

Al principio de la guerra se decía que la misión se podía dar por concluida a los seis meses o al alcanzarse la cifra de 300 horas de vuelo. Eso no se encontraba escrito en ninguna parte (práctica común en Cuba), pero se cumplía con más o menos días de retraso o adelanto. Tiempo después se alargó hasta un año sin vacaciones, independientemente de las horas de vuelo. No contaba el agotamiento físico y mental. Por último se establecieron dos años con vacaciones cada seis meses.

La idea de las esposas acompañantes no era del todo mala. Se fundamentaba en aquellos matrimonios de varios años de constituidos, con posibilidades reales de permanecer en Angola durante el tiempo de duración de la misión.

El igualitarismo, absurdo y ridículo, al que aparentemente estábamos acostumbrados, provocó que esta medida se hiciera extensiva a todas las categorías de pilotos, sucediendo lo que era de esperar:

Pilotos que se casaron con la primera que les pasó por delante, con tal de irse acompañado para Angola.

Pilotos recién casados, que talmente parecían salir en viaje de luna de miel en lugar de ir a la guerra.

El caso de los tripulantes de la aviación de transporte se trató de forma diferenciada. Lograron que el tiempo de misión se mantuviera en un año con la condición de no llevar a las mujeres.

Fueron los más sensatos. (Testimonio del lector Manchiviri)

Las mujeres cubanas en Angola

Mujeres cubanas en Angola. Foto: Getty Images

Mujeres cubanas en Angola. Foto: Getty Images

El testimonio de la lectora María del Pilar, uno de los escasos escritos por una veterana al margen del oficialismo cubano, arroja luz sobre la situación de las mujeres en Angola y el acoso sexual de que eran víctimas, en especial las médicas y paramédicas.

Ese delicado tema es tabú en la historiografía cubana y también en la memoria colectiva de los veteranos. Estoy segura de que muchos de los lectores de este blog -la mayoría hombres- pueden recordar algún episodio de acoso que protagonizaron o presenciaron, ya que era asumido como normal en ese momento y en esas circunstancias. Y sospecho que con el paso de los años varios de esos mismos lectores se habrán sentido avergonzados de haber participado en ellos directa o indirectamente. En el caso de los veteranos que viven en Estados Unidos y Europa, la severidad conque las leyes tratan el acoso sexual seguramente ha contribuido a una mirada crítica sobre ese aspecto de la vida de los internacionalistas en la Guerra de Angola.

Hurgando en Internet encontré este testimonio escrito por  Esteban Casañas Lostal, quien describe la situación descarnadamente:

«¿Qué fue lo que vi en Angola relacionado con la participación de la mujer ? Mucha mierda, en ese país se mantuvo durante 15 años a más de 50,000 hombres, claro esto es generalizando, de estas personas, una reducida cantidad eran mujeres, no puedo argumentar el porciento pero creo que no llegaban al 10 %, se imaginan, 10 mujeres entre cien. Deben imaginarse también la demanda que había de ellas por esa jauría de lobos locos por el sexo (…)

Pues bien, la cacería de ellas comenzaba desde el mismo momento en que bajaban de avión de Cubana en el aeropuerto, allí, en el salón de espera se encontraban aquellos cabrones que tenían medios de locomoción, y seguían los autos o buses hasta los albergues donde las mismas eran asignadas, algunos de ellos eran jefes o tarugos de estos. Los que fueron a ese país con la misión de buscarle mujeres a sus jefes comenzaban la cacería, primero visitas ingenuas a los amigos que conocían en esos edificios, después las invitaciones en apariencia inocentes a las actividades privadas, después las proposiciones inmorales, y cuando había resistencia, las trampas o el chantaje.

Las trampas eran que las endrogaban y tomaban fotos para chantajearlas posteriormente, o las chantajeaban diciéndoles que las mandarían a provincias apartadas de la capital, eso significaba que no verían vestigios de civilización hasta que cumplieran su misión, o les hacían promesas de pacotilla, etc, etc,etc. De todo se vio en Angola, pero también hay que sumarle a ello que la mujer es un ser humano como los hombres y que no siempre fue víctima de estas situaciones, supongamos que no le sucedió nada de esto, pasado el tiempo de abstinencia sexual, llegó un dia en que se encontró con uno de los miles de hombres disponibles y le gustó, eso le pasa a cualquier ser humano (…)»

Pueden leer el resto del artículo «Angola, la mujer cubana y la familia» aquí .

Si algún lector o lectora quiere compartir una anécdota que ayude a entender mejor el trato a las mujeres cubanas en Angola, adelante. Les recuerdo que el anonimato está garantizado para quienes lo deseen.

Las semillas de Cuba en Angola

Niños angolanos. Foto: US Fund for UNICEF

Niños angolanos. Foto: US Fund for UNICEF

Al niño angolano de quien quiero hablar hoy lo conocimos viajando con una brigada de tanquistas en Angola, si mal no recuerdo por la provincia de Huambo. Era uno de tanto niños huérfanos de la guerra. Tenía unos nueve o diez años, ¿quién sabe?. Iba de lugar en lugar con aquellos cubanos que le habían brindado cariño y sustento.

Me pareció necesario hacer algo por él. Lo convencimos de venir para Luanda con nosotros. No olvido sus ojos grandes como platos  cuando viajó en el AN-26 rumbo a la capital. Era de noche y miraba asustado las luces a su alrededor. Todo era tan nuevo para él… Lo llamamos Cristóbal  y él quiso colgarse el apellido de Ferreiro (que aunque en realidad es gallego le pareció más cercano al portugués). Vivió con nosotros en la Casa Uno (Casa de visita de los oficiales cubanos en Angola).

El pastor alemán Kim era su compañero de juegos. Asistía a una escuelita cercana en la playa que se divisaba desde nuestra terraza. Le encantaba  ver las películas y dar de comer a los monos que vivían en el lugar. Más tarde fue a estudiar a La Isla de la  Juventud y regresó  a su  Angola natal. Tuvo un destino más afortunado que los miles de niños que la guerra dejó por todas partes. Muchas veces me pregunto qué habrá sido  de él. Su última carta fue desde la Isla. Hoy tendrá unos 43 años más o menos.

El otro niño que recuerdo mucho es una clase de historia. En la base hospitalaria de Luanda trabajaba una chica angolana, hija de portugués, que fue como voluntaria en 1975. Se llamaba Filomena Coehlo. Le gustaba la medicina, pero aunque no tenía estudios médicos se hizo muy útil en el servicio de neurocirugía.  Cuando yo sustituí al neurocirujano de ahí en 1977, ella fue un apoyo muy especial para mantener las cosas funcionando , ya que me desplazaba con mucha frecuencia al frente. El ejército solo tenía un neurocirujano y se desplazaba junto a un cirujano (había mas de uno), un ortopédico (también había más de uno) y una enfermera anestesista, cada vez que en los frentes había bajas.

Filo estaba embarazada. Un día la busqué en la sala y me dijeron «fue a Maternidad», que quedaba en el hospital de al lado. Unas horas después, al terminar de ver los heridos fui a verla y me dijeron «ya parió y se fue a casa». Literalmente a partir del día después de parir venía con su niño a trabajar. Le conseguimos una especie de playpen con un colchoncito y la pusimos en la sala de electroencefalogramas, que era bastante limpia. Ese niño era hijo de un cubano, quien trabajaba en la fiscalía de la misión militar. La mamá sólo le pidió a él que por favor lo inscribiera como hijo de cubano. Estaba muy orgullosa de que así fuera. No quería pensión ni nada, solo la nacionalidad. Él le dijo que sí, pero se fue sin hacerlo.

Ella le escribió y no tuvo respuesta. La ayudamos a cursar su petición. La demanda de paternidad le llegó a este oficial a su casa en Cuba, donde su esposa se enteró. Tuvo entonces no solo que reconocerlo (había muchos testigos de esa relación), sino también que proveer. Su huida le costó cara. No pensó que la chica iba a tener apoyo para reclamarle. Como este incidente, pero sin final justo, hay cientos de niños que son resultado de la permanencia cubana en Angola. (Testimonio de la lectora María del Pilar)

Recuerdos de María del Pilar

María del Pilar en Angola

María del Pilar en Angola

Seguro que muchos veteranos recuerdan a  la neurocirujana que viajaba por toda Angola con el general Tomasevich en la década del 70. No tengo problemas para hablar sobre mi relación con él. Era conocida por todos, incluyendo su familia. Sus hijos compartían los fines de semana en La Habana con nosotros y con mi hija.

María del Pilar era mi nombre de guerra. Yo, aunque militar de profesión en los servicios médicos, en realidad era mercenaria pues soy española. Viví muchos episodios allí al estar a diario en compañía de Tomás, con quien compartí mi vida por años.

Recuerdo el día que volé por primera vez a Angola, en 1978. En el avión militar solo viajábamos dos mujeres, una con su esposo -un coronel-, y yo, que en ese momento tenía 27 años . Nadie sabía quién me esperaba en Luanda Se sentó un oficial a mi lado y comenzó a querer asustarme , que si no me recogían de mi unidad, que si los FAPLAS  nos detenían… todo para intentar convencerme de que fuera adonde él iba en Luanda De hecho, los oficiales iban al aeropuerto  a esperar los aviones, para poder pescar «carne fresca», sobre todo de las enfermeras.

No puedo olvidar la sorpresa de ese oficial cuando el avión finalmente aterrizó tras problemas por falta de iluminación en la pista y el jefe de la contrainteligencia entró en el avión y me sacó a mi antes que a todos. ¡Y la cara que puso cuando vio que era el jefe de misión el que me esperaba! Las mujeres éramos tratadas como poca cosa a pesar que muchas de nosotras habíamos dejado incluso a nuestros hijos para estar allí haciendo nuestro trabajo.

Recuerdo también, como anédcota curiosa, que justo después del ataque a Casinga una delegación con Sam Nuyoma, el líder namibio, la delegación civil y militar cubana y miembros de una comisión de la ONU se juntaron para visitar los campamentos namibios y en lo posible evitar otras masacres como esa. Viajamos durante días en Land Rovers por toda la región sur, hacinados literalmente.

Yo fungía además de traductora de la parte cubana ( inglés /castellano, ya que me habia criado en USA hasta los 17 años). Ibamos en la parte trasera del vehiculo principal, casi como equipajes, el comunicador y yo. Mis narices se llenaron de fango, de tanto polvo que tragamos. Llegamos a un campamento donde había mujeres cuanhamas, que llevan anillos y el pelo arreglado con una mezcla de boñiga de vaca y aceite vegetal que les pone el pelo de color amarillento.

Yo llevaba mi larguísimo pelo rubio en trenzas durante días, y el sudor hacía que me picara todo el tiempo el cuero cabelludo, así que en un alto decidí aprovechar y cepillarme el pelo. Para sorpresa de todos los presentes, me rodearon todas las mujeres; la escolta temió algo pudiera suceder, pero por señas supe que solo querían poder tocar mi pelo. La más vieja del grupo pidió permiso para tocarlo y explicar a las otras que mi pelo era de ese color y no tenía el emplaste que ellas usan. Les asombraba que pudiera cepillarse libremente. Fui la primera mujer blanca que vieron. Luego supe que sus maridos les colocan pesado collarines de plomo para evitar que se alejen de ellos, ya que así se cansan por el peso. Terrible. (Testimonio de la lectora María del Pilar)

Fariñas, en huelga de hambre, es veterano de Angola

El sicólogo y disidente cubano Guillermo Fariñas, en huelga de hambre desde hace 14 días por la libertad de los presos políticos de la isla, le envió un mensaje el pasado 5 de marzo a Raúl Castro, donde se defiende de la socorrida acusación de mercenario e interpela al gobernante como antiguo «compañero de armas». Fariñas, de 47 años, fue miembro de las Tropas Especiales en Angola y pasó allí 11 meses durante la década del 80.

Acaba de rechazar una oferta de asilo político de España.

Guillermo Fariñas muestra las heridas que sufrió durante la guerra de Angola. Foto tomada el 26 de febrero de 2010/Reuters

Guillermo Fariñas muestra las heridas que sufrió durante la guerra de Angola. Foto tomada el 26 de febrero de 2010/Reuters

Pueden leer la carta a continuación:

Santa Clara, 5 de marzo del 2010.

A: Raúl Castro Ruz, General de Ejército y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba.

General como usted debe  saber, como viejo militar, que los vínculos entre compañeros de armas son unas relaciones que van más allá de las ideologías y de las posiciones políticas. Como debe estar plasmado en los archivos del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, quien suscribe fue combatiente en la República Popular de Angola y de haber continuado en la vida castrense ostentaría el grado de Coronel.

Tres compañeros  míos, muy cercanos a usted, me han enviado sendos mensajes para ponerme al tanto que usted dio las órdenes pertinentes para que se me dejara morir, tras el escándalo internacional por el asesinato de Orlando Zapata Tamayo y para que la huelga que llevamos a cabo un grupo de cubanos, cese.

Quiero decirle que me considero un auténtico patriota y que reconozco que cuando único fui mercenario, fue al servicio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y bajo sus órdenes, en África. El hecho de que usted considere que mi muerte es necesaria, para mí constituye un honor, pues dice una de las estrofas de nuestro Himno Nacional: “QUE MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR”.

En las actuales circunstancias, por las que pasa mi patria y mis hermanos de lucha le agradezco el permitirme morir ante la opinión pública nacional e internacional, por mis ideas prodemocráticas y que Dios se ampare de nuestra tierra y de su alma.

Licenciado en psicología
Guillermo Fariñas Hernández
Expreso político en tres ocasiones,
bibliotecario y periodista independiente.

Perros con odio

Soldados cubanos sobre un camión de abastecimiento en la carretera Menongue-Cuito Cuanavale, 1988 (Foto tomada del blog HavanaLuanda)

Soldados cubanos sobre un camión de abastecimiento en la carretera Menongue-Cuito Cuanavale, 1988 (Foto tomada del blog HavanaLuanda)

De la pierna sólo me acuerdo cuando llueve porque el muñón duele. A veces siento que “se me van a cruzar los cables” y me digo, aguanta, aguanta, falta poco porque todavía no es el tiempo. Entonces, siento miedo porque, aunque estoy como estoy, todavía puedo hacer mucho daño. Tú sabes que soy una máquina de matar. Aunque ahora nos ignoren y seamos como cacharros rotos, somos un verdadero peligro. Tú mismo viste lo bien que nos infiltramos en aquel campamento de la UNITA y luego lo que hicimos en aquel “kimbo” en donde luego se escondieron los que lograron escapar. Allí no quedó títere con cabeza.

La carta me llegó de Cuba. Me la envió uno de los tantos mutilados que dejó la guerra en Angola. Nos conocimos cuando él acababa de graduarse como oficial y lo habían enviado al 1er batallón de Destino Especial de la Brigada de Desembarco Aéreo. Luego, años después, lo entrevisté en el sureste angolano y pude, aunque estaba prohibido, acompañarlo junto a sus hombres a varias misiones en la retaguardia de las tropas de la UNITA.

Desde La Habana lo bauticé como Monstruo Prieto y le agradaba que le dijera así, como también que le hiciera fotos lanzándose en paracaídas o disparando en manguera y haciendo blanco. Cuando nos encontramos en Angola ya había alcanzado los grados de capitán y había sido siempre uno de los más destacados en los cursos impartidos por los rusos, los vietnamitas y los coreanos. El Cacho, Punto Cero, Los petis,  Candelaria…

Creo que en Angola se alegró por el encuentro y como uno, entonces, estaba en forma y conocía a tres o cuatro oficiales que odiaban la censura, pude hacer con su grupo dos o tres incursiones. Si lograbas vencer el recelo de aquellos muchachones, tenías garantizado un material de primera que, aunque la mayoría de las veces no dejaban publicarlo, valía la pena estar con ellos. La hermandad que nace en la guerra masturbando a la muerte o gozando con ella está más allá de cualquier ideología.

Para darte a respetar entre aquella gente era imprescindible haberte lanzado en paracaídas con el hombre que los comandaba, haber buceado con él, tener cinturón negro en artes marciales y haberte ganado un barril de cerveza jugando a la “ruleta rusa” con un Magnun .44 y, después de eso, haber hecho buenas fotos de todos e, incumpliendo la ley militar, habérselas hecho llegar a sus familiares de Cuba. La tribu de los cojonuces y los demás eran mierdas.

Descrito así puede parecer una fanfarronada, pero quienes de verdad han conocido la adrenalina y el machismo que se vive en un frente de combate, saben que digo la verdad. Para darte a respetar entre aquella gente tenías que subirle la apuesta y luego hacer tu trabajo. Era la única manera de que te respetaran. Hay gentes que han escrito de la guerra, han hecho algún viajecito hasta el lugar donde llegan los jefes y se han retratado de uniforme, con cantimploras de güisqui a la cintura, intentando imitar al Hemingway, y se han inventado batallitas. Esos, si han tenido la habilidad de subir “jalando levas” y acariciando el escroto de viejos generales, allá ellos. Pero quiero dejar muy claro que mienten.

La guerra de Angola no se escribió en la casa de ningún general cubano. Lo turbio, lo desgarrante de aquel conflicto se padeció bien adentro de la mata, allá, muy abajo donde nunca iban los jefazos. Allá, donde jóvenes que no llegaban a los 20 años vivían meses y meses, en unidades soterradas, sin ver la luz del sol. Allí, donde murieron muchos.

Monstruo Prieto y los suyos en el combate eran una piña. Llamaba la atención comprobar cómo, teniendo la mayoría caracteres muy espinosos, congeniasen tan bien bajo los tiros. Lo malo venía cuando tenían que encarar el tedio existente entre dos combates y cada uno se las arreglaba para hacer lo que le viniese en ganas o para buscarle las pulgas y sacar de quicio al compañero más cercano. Cubanos al fin, en momentos de apuros, eran la disciplina hecha personas, pero enseguida que aflojaba la tensión, sólo el capitán era capaz de entrarlos en camino. Aquel grupo de Destino Especial estaba formado en su totalidad por “prietos” y su jefe se reía conmigo al escucharlos referirse a los angolanos diciéndoles: “estos negros”.

-¿Pero y ustedes? ¿Y nosotros qué somos? – preguntaba para picarlos Monstruo-. ¿Qué cojones somos?

-Somos unos comecandelas. Somos los perros de la guerra. Somos unos monstruicos. Nosotros, aunque tengamos el mismo color que ellos, somos muy distintos.

Una sola vez toqué con el Capitán el tema de Angola y la presencia allí de negros cubanos y, esa madrugada, comprendí muy claro que algo muy gordo podía derivarse del conflicto.

-Mejor dejamos ese asunto, sugirió. Desde que Cuba es Cuba, siempre a los negros nos ha tocado lo peor. El día que a un loco se le ocurra pedir lo que reclamaban los de la Guerra de los Negros de Cuba, el día que los negros nos cansemos de ser deportistas, rumberos, singantes de turistas o carne de presidio… ese día vamos a tener jodienda. No, mejor lo dejamos, porque eso no es bueno ni hablarlo.

Nos fuimos de Angola y pasaron años hasta que volví a verlo.

-¿A que hubieras preferido ver mi nombre en un nicho a no encontrarme así? –preguntó a rajatablas al notar mi desconcierto-.Vamos, Loco, cambia esa cara que el jodido soy yo.

-¡Estas entero, Monstruo! –mentí-. Esto hay que celebrarlo. Vamos a echarnos unos buches.

-Loco, estoy en candela. No te conviene juntarte conmigo- me alertó, pero no le hice caso. Al ver mi insistencia, dijo: Ahora no puedo irme de esta esquina. Sí, aquí donde tú me ves, estoy trabajando. No, nada de las FAR. Me expulsaron. Me exprimieron o me dejé exprimir y, luego, a la calle. Es una historia sucia. Piénsalo, y si quieres venir, pasa a la 10 de la noche. A esa hora termino.

El trabajo de aquel condecorado ex capitán era cuidarle el automóvil a un ex subordinado suyo que, ahora, se había transformado en un próspero empresario con cargos en una de las empresas camufladas de Raúl Castro dedicadas al turismo.

-Me paga en dólares –me explicaría luego-. No sólo me ocupo de su carro, sino de que nadie robe en el apartamento que tiene camuflado para ver a sus niñas. Es muy jodido todo esto, pero hay que vivir. ¿Te acuerdas lo que te dije una noche? ¿Ves? Siempre a los negros nos ha tocado lo peor.

Lo recogí a la hora acordada y con dos botellas de ron, dos rifles, como dicen en La Habana, fuimos entrando en ambiente. Era bueno aquel ron y no demoramos mucho en calentarnos las orejas.

-¿Por qué te juntas conmigo? Te repito, estoy en candela. ¿Qué me miras? El pie lo perdí en Angola y todo lo demás, aquí. Sí, aquí, como lo oyes- afirmó y me miró desafiante.

-Estoy en deuda contigo. ¿Te acuerdas que me salvaste la vida cuando los G-5 comenzaron a machacarnos? ¿Piensas que no me doy cuenta cómo te sientes? No estás tan mal. Tu único problema es pensar en un país en donde no se puede pensar. ¡Negro atrevido! –le dije en broma.

Bebimos con premura hasta que nos dejamos cercar por el silencio que envuelve a los que sufren. Pasamos por la etapa en la que uno rumia todo lo vivido e intenta vanamente dorarlo y hacerlo más humano.

A quienes sólo hayan visto la guerra en películas, les pido comprensión.

Sepan que si uno “libra” en un conflicto bélico y se encuentra con un colega que pasó por lo mismo, casi siempre, para demostrar y demostrarse que ambos siguen vivos, vuelven a darle marcha atrás a la película y la comentan con cinismo, alejamiento y condescendencia. Es uno de los pocos lujos que pueden darse los que sobreviven. Incluso, los más inteligentes hasta humanizan al enemigo y a los muertos de los dos bandos porque es una forma de humanizarse ellos mismos.

-Soy negro de los que gustan de las negras. No soporto a esos que proclaman su negritud y, en cuanto pueden, se buscan una blanca. O sea, que yo sí vivo orgulloso de mi color y hubiera querido tener también hijos tan negros. ¿Me escuchas?

-Sí, claro que te escucho –afirmé-. Y sé que te graduaste como oficial en plena guerra y que tienes una hermana médica y que en tu casa, en tu familia nadie ha ido a la cárcel por robar. Sé que te ganaste los grados tirando tiros y no como tu ex ministro…

-No, me hables de ese maricón – dijo en voz baja como si intentara morderse la rabia-. Sí, dije maricón.

-Oye, compórtate, que ahora está de moda ser maricón y pueden acusarte de troglodita y machista –dije, y la provocación surtió efecto.

-Eso será fuera de Cuba, aquí, hasta mucho después que nosotros seamos polvo, los maricones serán maricones y esto será machismo o muerte. Que me acusen de lo que quieran, me da igual. Pero yo me refería a los maricones de alma, esos que aparentan ser hombres, matan gentes y tienen hasta hija que defiende fuera de Cuba a los maricones.

Se había desplayado y, al revés de casi todos los borrachos, bebía ahora con tragos lentos, como si aún pudiese saborear el gusto del ron.

-Desde que vine de África me da lo mismo un homenaje que un escándalo. Cuando mataron a Ochoa dije bien alto que aquello era un crimen. Así no se mata a un hombre. El General sabía menos de drogas que Guillermo García o Crescencio Pérez que tenía fincas llenas de marihuana y nunca les pasó nada. ¿Por qué no metieron en chirona a Aldo Santamaría y a Osmany Cienfuegos? Esos dos sí que comercian con drogas.

Claro, Ochoa le sabía a la guerra; tenía cojones; tenía gentes que le seguíamos y además, no era pesao. En las FAR, era insoportable tener que, en una recepción o en un acto, aguantar las bromas de Raúl Castro. ¡Ñooo, que pesá es la China esa cuando bebe!

Pensé que estaba tan metido en su monólogo y no me veía. Pero siguió en lo suyo:

-¿Estas ahí? ¿No te has apencaó porque le diga La China?

-Estoy a tu lado – contesté-. Sigue que te escucho.

-¿Sabes que le dije al de la contrainteligencia que me interrogó? ¿Sabes qué pasó cuando me vino con el cuento de que yo tenía que estar loco, porque ningún negro, por agradecimiento, podía estar en contra del Comandante?

Lo miré a los ojos como se miran los perros cuando se retan y él atacó con su relato:

-Tuvieron que romperme la cabeza con el cabo de una pistola, dejarme sin sentido y ponerme una inyección. Después me ingresaron en una sala con locos y me pusieron electroshock. No importa. Me di el lujo de romperle la cara con mi prótesis. Me quedé sin pierna, pero ese nunca más se mete con un negro patriota. ¡Mira que ofender a un perro de la guerra.¡Atrevido! ¡Parejero!

Y, tras las últimas expresiones, se echó a reír porque recordaba mis carcajadas cuando se las escuchaba decir en Angola. Intenté complacerlo y hacer como entonces, pero parece que no pude y él me tiró un cabo:

-Oye, Loco, quita esa cara. Total, ¿para qué quiero dientes si no hay casi que comer? ¿para qué las dos piernas si no tengo a ninguna parte a donde ir?

-Una pierna la perdiste en África pero la otra, ¿te la echaron a perder ellos en el interrogatorio? ¡Hijos…

-Tranquilo – me contuvo-. No, lo de la otra pierna no fue en el interrogatorio. Esperaron a darme del alta del hospital y como a la semana, cuando regresaba a mi casa me cayeron arriba. Eran un montón y lo traían todo estudiado. Fractura de cráneo, dijo el médico.  Me dejaron sin dientes y, para colmo, con un martillo, me fracturaron los dedos de la pierna buena. Después me metieron una botella de alcohol de hospital en la boca y entre todos me la hicieron tomar. La policía dijo que había sido una pelea entre locos y borrachos. Nunca aparecieron los agresores. Quiero que sepas que esa noche no me había tomado ni un trago.

Lo que escuchaba era tan fuerte que me bebí a morro lo que quedaba de la segunda botella. Monstruo, prosiguió como si la historia no fuera la suya:

-¿Sabes a quién me mandaron al hospital? Pues al oficialito de la contrainteligencia que me interrogó. Me vino con el cuento que la Revolución no olvidaba a sus hijos aunque estuvieran como yo: locos y equivocados. Le dije que sí con la cabeza y se lanzó a decirme que yo era un héroe y tal y tal. En resumen, me propuso que me convirtiera en chivato y le dijera quiénes más, de los que estuvimos en Angola y Etiopía, estaban conspirando.

-¿Y? –pregunté en tono provocador.

Monstruo, más distendido, se acarició el muñón de la pierna y arrellanado en el asiento, dijo:

-Volvió a subestimarme. Llegó a decirme que si colaboraba, me aceptarían de nuevo en las FAR y hasta me ascenderían. Volví a decirle sí con la cabeza. Oriné en el pato de cristal y con la mano buena se lo tiré al rostro y, por suerte, volví a darle en la caraza. Me sublevé. Volvieron a inyectarme. No sé cuantos días estuve fuera de circulación. Pensé que esa vez sí me iban a pasar por la piedra. Pero, no. Quizás todavía no les han dado la orden.

-¿Y qué harás? –dije ya por decir algo y con la corazonada de que aquel sobreviviente estaba ya para el arrastre. Sin embargo, debo reconocer que me equivoqué.

-¿Tú confías en mi? –preguntó sin ocultar el cansancio.

-Sí –respondí al momento-.¿Y tú? ¿Confías en ti?

-Sí, pero yo pregunté primero- se defendió y pasó a la ofensiva-. No nos subestimes. Fuimos y somos muchos los que aprendimos a matar en Angola y en Etiopía. Fuimos y somos muchos los puteados.

Muchos, a quien no nos sirven para nada las medallas. Somos demasiados los que vivimos en Centro Habana, la Lisa, Palo Cagao, Guanabacoa y Buenavista. Somos muchos los que sabemos a qué huele la sangre. De nosotros nadie escribe. Nos enseñaron a ser perros de la guerra. Cuando la jauría encuentre un jefe, empezará el cerco. Si quien tú sabes y la China no acaban de irse, sí siguen, puedes estar seguro que vamos a ponernos majaderos.¡Atrevidos y parejeros que son! No se dan cuenta que somos perros con odio. Somos un peligro.

Pienso en Monstruo y en los miles de cubanos que cumplieron misión internacionalista y no puedo dejar de pensar en su advertencia de que son un peligro.

(Relato del periodista Emilio Surí Quesada, publicado originalmente En La Nueva Cuba)

De la sección Reencuentros

Amanecer en Angola

Amanecer en Angola

Les sugiere que den una ojeada a la sección Reencuentros (en el encabezado del blog), donde varios lectores han dejado datos de personas que quieren reencontrar.

Aquí reproduzco dos de esos testimonios:

Para mí sería grandioso recopilar información sobre un gran amigo que perdió la vida en Angola en 1990, casi a fin de esa desastrosa contienda. Su nombre es Reinaldo Lima Fundora y estuvo vinculado a un batallón de la reserva que se encontraba desplegado cerca de Cuito Bié. Su muerte ocurrió en mayo 9 de 1990. Dicen que se suicidó, eso fue lo que le informaron a sus padres, que nunca se recuperaron y murieron sufriendo su pérdida, pero yo tengo mis dudas de lo sucedido. Les agradeceria su ayuda para este caso.  (Del lector Cubanodeapie)

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No tengo problemas porque mi e mail se haga público. Tampoco mi nombre completo. Estuve en Angola desde el 21 de abril de 1981 hasta el 28 de septiembre de 1983.

Me desempeñé como sirviente pieza de artilleria en la primera batería del grupo terrestre cañones 85mm, luego como sanitario en la misma batería y grupo de artillería en la unidad militar 6534-5, en el Regimiento Cuando Cubango,  Poblado de Jamba, Provincia Huila. El 14 de mayo y 15 de Mayo de 1982, estando de clase cuartel en mi unidad, la aviación surafricana atacó un convoy recién llegado al pueblo. Durante ese bombardeo salí del refugio antiaéreo bajo un disparo emocional, pues para entonces yo solo contaba con 19 años, y comencé a dispararle a los atacantes con mi fusil AKM 45. Por supuesto que no conseguí hacer blanco pues los aviones volaban a una altura inalcanzable incluso para lastilleria antiéerea conque contábamos: las 14 ,5 mm, los cañones  37 mm, los lanza-cohetes C-1 y C-2m.

Por esta razón fui arrestado una semana, porque la CIM [Contrainteligencia Militar] establecía que yo había dejado al descubierto las posiciones de la artillería terrestre de los cañones  85 mm que se encontraban camuflados y bajo tierra.

Pasada esa semana fui enviado como medida de sanción, tambien de sanitario menor, para la Batería Mixta Anti Aérea de la primera compañía de infantería, de igual regimiento, establecida en el mismo poblado de Jamba. Mucho pudiera testimoniar de los tristes e inolvidables episodios en los que participé como sanitario menor. Estuve en las Operaciones denominadas Lucha Contra Bandidos, Operacion Baire y Operación 14 de febrero.
En algun momento, tal vez, escriba aquellas y otras memorias.

Salí de Cuba en el año 2006 como refugiado politico hacia la República del Paraguay; refugio humanitario que me otorgaron por pesar en mi contra una petición de privación de libertad de 18 años, como consecuencia de mi activismo en favor de los derechos humanos en Cuba.

Actualmente resido en la ciudad de Tampa, y sí, me agradaria poder reencontrarme con antiguos colegas de armas y compartir anécdotas con quienes así lo deseen, hayan sido colegas de entonces o no. (Testimonio del lector Froilán  Rodríguez)