Memorias de la Misión Militar Cubana (I)

Les cuento un capítulo de lo que constituyó el llamado «Ejercicio Táctico en Campaña», preludio de la «Operación Olivo». Tanto el ejercicio como la operación estaban dirigidos por el General Raúl Menendez Tomasevich.

A finales del año 1977,  Jonas Savimbi pretendía que el MPLA le concediera una parte del territorio para formar lo que él denominaba la República Negra de Angola (o algo parecido, no recuerdo bien). Ante la negativa de Agostinho Neto, decidió incrementar las acciones combativas en la provincia del Cuando Cubango. Savimbi consideraba que, dada la debilidad de las FAPLA, podría tomar Menongue (Serpa Pinto) y declarar la capital provincial como capital de la pretendida república. Es entonces que entran en acción las tropas cubanas.

El 8 de Marzo de 1978

Sobre los ríos se divisaba una capa de neblina y ya por experiencia conocíamos que éste era un indicador de que en la medida que avanzara el día la nubosidad se iría incrementando.

A la hora del despegue, de los cazas que nos darían apoyo, la nubosidad era de 6/8 de cielo cubierto de nubes*.

El Jefe del Regimiento, José Antonio Lachiondo Álvarez decidió despegar un solo avión, no precisamente para apoyarnos, sino para mantener estables las comunicaciones.  Con tan mala visibilidad, los aviones no iban a poder hacer nada, pues la distancia entre el aeródromo y el objetivo a atacar era tan grande que se interrumpían las comunicaciones.

La escuadrilla logró penetrar la neblina. Volábamos entre la altura de los árboles y la capa inferior de la neblina que se iba levantando. La visibilidad era inferior a mil metros y por esa causa habíamos disminuido la velocidad a 60 Km./hr. Éramos  conscientes de lo peligroso que resultaba mantener la formación en estas condiciones.

En el preciso instante de entrar en el rumbo de desembarco, el copiloto del helicóptero líder se desorientó. No tenía la seguridad de estar sobre el punto de desembarco previsto. Victor Pérez Chacón (que era el copiloto del Jefe de la escuadrilla), con una seguridad a prueba de dudas, afirmó que aquella era la plataforma de desembarco y hacia allí nos dirigimos.

Al proceder para el aterrizaje, una de las tripulaciones dio la voz de alarma. Estábamos sobrevolando una base de la UNITA, con anillos circulares de defensa a la vista. Se ordenó silencio en la radio y a continuación le comunicamos la nueva situación al Puesto de Mando  a través de la radio de onda corta.

Aunque todavía no se había disparado un solo tiro, desde la posición de aterrizaje pudimos apreciar a la tropas UNITA corriendo en todas direcciones.

Indiscutiblemente, tan sorprendidos estaban ellos como nosotros.

Le hicimos señas al jefe de la aeromóvil especial, Teniente Mauri, advirtiéndole la ubicación del enemigo, pero de momento no se percató del peligro y pasaron algunos minutos antes de que comenzara a tomar las primeras medidas, seguramente apremiado por los disparos.

No habían terminado de pisar tierra los hombres de la compañía aeromóvil especial y ya los trenes de aterrizaje de los helicópteros estaban en el aire.

Por su parte, el Jefe del Regimiento, desde Menongue, no cesaba de repetir por radio: “No los tengo a la vista”.

Zequeiras (piloto cuyo nombre no recuerdo), que estaba en el aire en un MIG-17 y que  no podía ver casi nada del terreno a causa de la nubosidad, interrumpía constantemente la frecuencia diciendo: “Denme su posición para apoyarlos”.

Cuando los primeros helicópteros – de la formación que regresaba-  se encontraban entrando en las nubes, faltaban solamente por reportar los dos últimos helicópteros. Estos habían despegado en pareja, disparando y recibiendo a su vez impactos enemigos en sus fuselajes. El penúltimo informó salidero de líquido hidráulico.

La emergencia era de peligrosidad extrema. Este líquido es el que permite accionar los mandos del helicóptero.

Tanque auxiliar de combustible que fuera alcanzado por la infantería de la UNITA

Tanque auxiliar de combustible que fuera alcanzado por la infantería de la UNITA

De agotarse el líquido, los mandos carecerían de efectividad. Tenían dos opciones: aterrizar de inmediato en la selva con el riesgo de perder el helicóptero o arriesgarse a un vuelo prolongado con grandes posibilidades de un accidente de fatales consecuencias.

Ambos aparatos continuaron, juntos, en vuelo rasante. Increíblemente la frecuencia de radio permanecía tranquila, no se producían las interrupciones, que en condiciones normales son tan molestas. Otro de los helicópteros informó estar volando a 2,000 mts. de altura con rumbo hacia el radiofaro de Menongue.

Segundos después de esta comunicación, el que estaba volando a baja altura acompañando al del problema en el sistema hidráulico, informó que, aparentemente, también le habían hecho impactos pues tenía el sistema de curso averiado.

El técnico de vuelo había salvado la situación taponando con sus manos la perforación ocurrida en una de las tuberías del sistema hidráulico que pasan por la parte derecha de la cabina de carga.

Tanque auxiliar de combustible, una vez reparado

Tanque auxiliar de combustible, una vez reparado

Todos regresamos algo maltrechos, pero con más experiencia y la convicción de que los helicópteros tenían una gran vitalidad (Continuará)

*Esta magnitud se logra dividiendo la bóveda celeste en ocho partes iguales y luego por apreciación se asume la cantidad cubierta de nubes.

Testimonio del lector Manchiviri, parte de un libro inédito. Pueden visitar su blog aquí.

Una respuesta

  1. Fue es la ocasion en que todos los helicopteros que estaban en menongue estaban de baja? la doctora
    alquien recuerda el nombre del piloto apodado «siete curvas»

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