Pensábamos que ya por ese día teníamos bastante, pero la aeromóvil especial necesitaba apoyo. Habían quedado solamente unos pocos hombres en los alrededores de una base de la UNITA y aunque por radio reportaban que el enemigo se retiraba organizadamente, era imprescindible reforzarlos.
Hora y media después volvíamos a despegar. Esta vez solo una pareja de helicópteros, los otros tres quedaban en manos de los técnicos, quienes trabajarían durante toda la noche para que al siguiente día estuvieran listos para la contienda.
Estábamos preocupados. La tripulación, designada el día anterior para el reconocimiento, había actuado de líder en el desembarco matinal y continuaba insistiendo en que no estaba segura de haber encontrado la plaza del desembarco planificada.
¿Donde habíamos dejado a parte de la compañía aeromóvil especial?
Eran solamente 70 ó 75 hombres, de los 120 efectivos que tenía la compañía. Por lo menos debíamos dejar 30 hombres más, pues quién podía asegurar la suerte que correrían.
El asunto era no dejarlos separados.
Gracias precisamente a la preparación que les habíamos impartido, logramos localizar la aeromóvil especial. Nos orientaron a través de la radio hasta la plataforma de desembarco.
Apreciaban que el enemigo se retiraba organizadamente, evadiendo todo contacto con ellos. Una vez en tierra nos dijeron que el mando superior les había ordenado organizar la defensa y no entablar combate a no ser que el enemigo se los impusiera.
Realizado el despegue desde la posición de la aeromóvil, establecimos el rumbo combativo para atacar las posiciones enemigas. Pudimos comprobar que, efectivamente, el enemigo se encontraba en franca retirada y lanzamos nuestros cohetes no dirigidos.
En lugar de salir del rumbo combativo luego de efectuar los disparos de cohetes, Silvio González Mojena, que actuaba como líder de una de las tripulaciones de helicopteros y segundo jefe de la escuadrilla, continuó en la misma trayectoria de vuelo, trayendo por resultado que al helicóptero en el cuál veníamos fuera alcanzado por los proyectiles de la infantería enemiga**.
Al salir del rumbo combativo, notamos que en los paneles de instrumentos una luz se encendía y apagaba de forma intermitente. El líder de la pareja nos comunicaba que teníamos un gran salidero de combustible. No sabíamos qué querían decir aquellas lucecitas y para colmo de males las letras estaban en lengua rusa.
Por suerte Diosnel Rodriguez, técnico de vuelo (graduado en la URSS), dijo que no eran más que los limitadores de temperatura de los gases de escape de los motores, que una vez desconectados los interruptores correspondientes no funcionarían, sin que por esto la avería se hiciera más complicada.
El salidero era por el tanque auxiliar de combustible, situado en la cabina de carga. Diosnel, que luego de desconectar los imitadores de temperatura había ido a inspeccionar, me informó que era imposible taponarlo porque el hueco era muy grande. El tanque de combustible se había abofado, y el piso de la cabina de carga se encontraba anegado. Luego de haber desconectado el sistema de armamento, Silvio nos propuso aterrizar en una plataforma, al amparo de uno de los Batallones de Infantería Motorizada (BIM) que participaban en el “Ejercicio Táctico en Campaña”, pero después de hacer el cálculo de combustible, decidimos regresar a Menongue.
Aquel día, después de la primera misión, el número cinco de la escuadrilla, Argelio Morell Gil, le había planteado al Jefe del Regimiento que no se sentía bien para continuar volando. Al escuchar aquella queja nos pasó por la mente la posibilidad de que Morell estuviera sintiendo miedo.
Al finalizar la segunda misión, después de 45 minutos de vuelo con un salidero de casi 900 litros de combustible, sentimos un dolor profundo en la parte posterior de la cintura, que aun hoy atribuimos al miedo. Una vez tomado el descanso requerido, el dolor desapareció sin dejar rastro.
Como la UNITA tenía muy mala puntería por aquel entonces, hoy podemos hacer el cuento.
** Al realizar un ejercicio de puntería, sobre objetivos en movimiento, se debe tener en cuenta un ángulo de anticipación o de lo contrario el proyectil en lugar de hacer blanco se va por detrás. En nuestro caso, todos los proyectiles que tocaron al helicóptero número, muy posiblemente estuvieran destinados al helicóptero líder.
Testimonio del lector Manchiviri, parte de un libro inédito. Pueden visitar su blog aquí.
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Que simpático!
Manchiviri:
Buen comenario. Solo una pequennita critica.
Dices:
sentimos un dolor profundo en la parte posterior
—
Ji. Ji. Los comunistas sielen usar el plural.
«Nosotros entendemos. Etc, etc…. pero es la
primera vez que lo veo utilizado para algo tan
personal como un dolor.