Desde 1978 al 1980 estuve asignado al Batallón #2 en el poblado de Viana, a 18 km de Luanda.
Recuerdo que estaba al mando del capitán Mastrapa; al fondo y como a 500 metros estaba un grupo de cañones 85 milímetros al mando de un oficial de nombre Buchereau y como a 200 metros a la izquierda había un grupo de cañones 57 mm al mando de un oficial al que le decían El Tinta.
Estas tres unidades eran conocidas por el resto del regimiento como el Triángulo de las Bermudas por la mala fama de estos tres oficiales al mando y la disciplina casi de reclusos que imponían. Todo cambió un poco a nuestra llegada ya que éramos el primer grupo de reclutas mandados a pasar el servicio militar en Angola y pese a todas las medidas nos fugábamos a los quimbos a negociar, comprar comida, etc.
El hambre que pasábamos era terrible mientras los oficiales tenían comedor aparte y salían a la capital a fiestas todas las semana. Recuerdo que a las 10.00 pm era la hora de acostarse todo el mundo y después de esa hora dos o tres nos escapábamos de la unidad. Sólo armados con bayonetas caminábamos como 2 km por el monte hasta llegar a una nave donde almacenaban pan que luego en la mañana vendían a los angolanos y en ese lugar burlábamos la vigilancia de los guardias angolanos y nos metíamos por una ventana a robar pan. Hoy pienso que nos hubieran matado fácil y me imagino que les dirían a los familiares que caímos en cumplimiento del deber, porque ni locos iban a decir que morimos por no morir de hambre. ¿Hay por acá alguien de esa epoca en el Bon 2?
(Testimonio del lector Jesús)
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Yo fui de los que pase tremenda hambre en angola y por la noche robaba melones en el campo.
La guerra de Angola causó un indeterminado número de mutilados. El número de cubanos mutilados, teniendo en cuenta más 15 años de permanencia de en el país africano, es verdaderamente pequeño.
Las estadísticas del desgobierno de los hermanos Castro Ruz no se dan a conocer a la luz pública, pero no existe mejor estadística que el mano a mano, que el tu por tu. Si queremos saber cuantos son, basta preguntar a los miembros de nuestra familia, a nuestros vecinos y a nuestras amistades, cuantos mutilados de la guerra de Angola conocen. De esa forma podemos tener una idea de si fueron muchos o pocos. Realicen la experiencia con los balseros que huyen del sistema totalitario y comparen.
Ahora bien, decir que las aceras de Cuba no están adaptadas para el desplazamiento de sillas de ruedas y que los edificios no tienen elevadores es de un simplismo escalofriante, en un país donde las casas se caen a pedazos por falta de mantenimiento y de tanto abandono, los baches parecen calles sin asfaltar.
Los veteranos de la guerra de Angola se encuentran agrupados en una Asociación de Combatientes que para lo único que sirve es para convocar a reuniones estériles mes tras mes y servir de pala al desgobierno en cuanta manifestación se le ocurra. Estas asociaciones se conforman por circunscripciones electorales. Yo pertenecía a una de ellas. Por cierto, no teníamos ningún mutilado. La circunscripción posiblemente tuviera más de diez mil electores. La asociación a la cual pertenecía tenía casi 50 integrantes. No faltaba ningún veterano. Teníamos la “seguridad”. El registro electoral no falla. Sabe la vida y milagro de cada ciudadano.
Poner en duda, que existan personas que sufren, en silencio, los efectos de la guerra sobre su salud mental, sería estúpido. En lo que no puedo coincidir es que existan miles y miles de personas afectadas de stress post traumático, que no acudan a éste subterfugio como forma de obtener alguna prebenda.
Sinceramente, el cubano está hecho de otra forma. Tal vez en otros países, aquellos que sufran dolencias de cualquier índole, sean objeto de burlas. En mi país no. Me estoy refiriendo al pueblo. A la gente de a pie. No me refiero a los funcionarios del régimen, que son, además de corruptos, abusadores. Lo que no permite, el régimen de oprobio, es ir pregonando (por las calles) que usted padece de un stress post traumático, como consecuencia de la guerra de Angola.
Vamos, hombre, que el que haya vivido en Cuba durante estos últimos 50 años sufre un stress aun mayor que el que pueda causar dos o tres años de permanencia en el conflicto angolano.
Cuando la pesadilla fidelística acabe, tendremos que acuñar oficialmente el término “Desorden de Stress Post Fidelístico” (DSPF), para tratar de sanar la salud mental del pueblo de Cuba. Consecuencia de haber sufrido la experiencia traumática de una dictadura totalitaria neofeudalista.
La Asociación de Combatientes de Cuba no aporta datos de los veteranos que sufren DSPT, aunque conocemos que existen. Imaginemos que 1 de cada 5 de los más de 300 mil combatiente que pasaron por Angola, sufran de DSPT. Serían alrededor de 60 mil veteranos.
De manera que estos 60 mil pueden estar expuestos a:
1.- Pesadillas.
No creo que las pesadillas de la guerra sean mayores que el día a día en Cuba.
2.- Escenas retrospectivas o la sensación de que un acontecimiento aterrador sucede nuevamente.
La perspectiva o la sensación de que vuelvan a ocurrir apagones de 18 horas diarias y los pocos alimentos refrigerados (comidas que se guardan para dos o tres días) se pudran como consecuencias de la falta de energía eléctrica y el, tan nuestro, agobiador calor, superan (con creces) el segundo punto.
3.- Pensamientos aterradores que no pueden controlar.
Aterrador es sentirse vigilado las 24 horas del día. El cubano común se encuentra “casi” acostumbrado.
4.- Alejamiento de lugares y cosas que le recuerden lo que sucedió.
Bueno, tal vez esta sea una explicación para tanto balsero arriesgando la vida en el Estrecho de La Florida.
5.- Sensación de preocupación, culpa o tristeza.
Definitivamente, sufro de DSPT. Me preocupa la situación de mi país. Me siento culpado de haber ayudado (con “mis modestos esfuerzos”) a la consolidación de una dictadura neofeudalista. Sufro la inmensa tristeza de no saber que hacer para revertir la situación. Sin embargo, el recuerdo de Angola no me causa Stress Post Traumático.
6.- Sensación de soledad.
También sufro de soledad, pero desde la primera infancia. A partir del 1 de enero de 1959, perdí todos mis amigos de infancia. Ya en 1980 había perdido todos los amigos de la adolescencia y a partir de 1989 comencé a perder los amigos de la tercera edad. Casi todos están fuera de Cuba.
Nada de esto tiene que ver con Angola y, yo sí que tuve que ver muertos y heridos, en mi calidad de piloto de helicópteros.
7.- Problemas para dormir, sobresaltos.
Sinceramente creo que, en Cuba, hay muchas más personas que tienen problemas para dormir y que sienten sobresaltos, sin haber pasado por Angola alguna vez en su vida.
8.- Sensación de estar al límite.
Sensación afín a todos los cubanos en la Isla. No creo que sea inferior a la que pueda sentir un veterano de la guerra de Angola.
9.- Arrebatos de furia.
De eso padece más del 75% de la población cubana y lo peor es que la mayoría desconoce de donde proviene ese padecimiento, que no es precisamente de Angola.
10.- Pensamientos de hacerse daño o hacer daño a otros.
“Voy a pedir pa´ti, lo mismo que tú pa´mí”.
Esto viene de mucho antes de la guerra de Angola.
El DSPT comienza en momentos diferentes. O lo que es igual, se adapta a las personas. Pueden surgir de inmediato o tardar años en aparecer y permanecer indefinidamente o desaparecer si dejar rastros. Otras personas desarrollan (o inventan) síntomas nuevos, más o menos serios.
Las medicinas pueden ayudar, sobre todo aquellas que son sedativas (si son indicadas por el médico, seremos drogadictos autorizados). Es posible que necesite algunas semanas para que los medicamentos “surtan” efecto. La terapia de conversación o psicoterapia ayudan a la prescripción médica.
Consejos:
Participe, abra un blog. De es forma no estará solo. Escriba y cuénteles a su familia y a sus amigos. En definitiva, cuénteles a sus lectores (mediante la web) todo lo que vive día a día en Cubita la Bella. Tal vez no le crean y hasta alguno, por ahí, diga que usted es un asalariado del Imperio. Otros, por el contrario compartirán algún aspecto que le sirva de ayuda.
No se esfuerce mucho, recuerde que no se debe gastar mucha energía en un país donde la alimentación es suministrada por los desgobernantes, en la medida de “sus” posibilidades. Trate de viajar en guagua. No camine más de tres o cuatro cuadras. Ni se le ocurra jugar al tenis. Eso es cosa de extranjeros. No se le ocurra plantar un jardín. Bastante tiene con trabajar en los organopónicos inventados por Raúl Castro. Si se le ocurre realizar ejercicios de estiramiento, en casa, preste atención a las dimensiones de la barbacoa.
Evite comprar drogas en bolsa negra. Para eso existe el DSPT y los médicos.
Relájese. Preocúpese, pero no se ocupe. Esa es la mejor forma de fosilizar la dictadura. Mientras exista jamás saldrá del DSPT. Grite ¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl!, aunque no lo sienta. Esa sería una buena forma de relajarse. Mi vecino, Reynaldito, utilizó éste método durante los apagones y, risas aparte (que causó), fue una experiencia relajante.
Coger, o no coger lucha. Esa es la cuestión.
EL INAGOTABLE ORLANDO-Pesadillas de Cuba
Febrero 16th, 2010 en 12:12
Pienso que tampoco hay que acharcar la culpa de cualquier
pesadillas que tengamos a Castro. ?No es asi, Gonzalez? Aca, tambien sufrimos estres. Presiones de trabajo, desempleo, etc. Nuestro subconsciente nos protege para que no despertemos
transportandonos a Cuba . ?Es asi o no Sigmund?
La pesadilla que narra Heberto Padilla en ua de sus novelas es mas o menos tan original como esta que copio, sin permiso de Gonzalez.
En mi caso, primero, aunque me quieren poner como ex-chivato en otros lugares, anoche mismo, me estaban pegando tremendo acto de repudio antes de separarme de la Universidad.
Esa es una escena muy recurrente en mis noches de angustia. Disfrutemos lo que dice Gonzalez, que es magistral:
Yo no me he escapado de estos sueños pesados y reiterativos.
Los míos han sido más cortos pero no por ello menos
traumatizantes.
Sueño que en los bajos del edificio donde vivo hay un
CDR y el presidente es nada menos que Fidel Castro.
Se pasa las venticuatro horas sentado en la puerta
velandome y cuando salgo me pregunta:
¿Hacia dónde va, González?
Y anota mi respuesta en una libreta.
Cuando regreso me pregunta: ¿De dónde viene,
González? Y también lo anota en la misma libretica