La guerra de las verdades

Por Ezequiel Pérez Martín

Probablemente yo sea uno de los cubanos que menos tiempo estuvo en Angola, de entre los cientos de miles que fueron a ese país durante los primeros 15 años de la guerra civil que se extendió desde 1975 hasta 2002.
Pero mi corta estancia bastó para darme cuenta de lo que había detrás de dos hechos específicos que durante muchos años se han movido en el campo de los rumores y las especulaciones: las reacciones allí sobre el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y la verdadera cantidad de cubanos que murieron durante el conflicto bélico en ese país.
Mi presencia en Angola se limitó a 21 días y no tuvo nada que ver con el campo militar de la vida real, aunque sí con el de la ficción, porque fui como periodista a realizar reportajes cinematográficos y terminé haciendo tres pequeñas escenas como actor en la película Caravana, la primera en la historia de la cinematografía cubana que se filmaba totalmente fuera del territorio de la isla.

Llegue un mediodía de octubre de 1989 al aeropuerto de Luanda y de allí me trasladaron directamente a un set de filmación, para comenzar a realizar de inmediato mi trabajo periodístico. Me vi por primera vez en medio de cámaras, micrófonos, cables, gritos del director, del productor, de actores y técnicos y de mucha tensión porque se estaba comenzando a ocultar el sol y había que filmar rápidamente una escena antes de que el astro rey hiciera mutis.
Un par de noches después Rogelio Paris, su director, se atrevió a pedirme lo inesperado. Necesitaba que yo hiciera un papel en el filme, pues el actor que estaba asignado para darle vida a ese personaje, había tenido un problema personal en La Habana y, definitivamente, no asistiría a la filmación.
Rogelio no tenía tiempo que perder y contaba con pocas opciones.
Argumentó que yo podría desempeñarlo porque era algo simple, porque yo podía hablar inglés (lengua materna del personaje) y porque mi físico se asemejaba al de un surafricano blanco.
Y así me vi metido dentro del traje del general Van Beck, la pieza principal de la maquinaria de apoyo a los rebeldes de la UNITA. O sea, yo era el peor enemigo de los cubanos en la película (tiempo después, mi hijo Ernesto me preguntaría, siendo un niño de unos seis o siete años: «Papá, lo que no entiendo es que si tú eres el más malo de todos, ¿por qué no te matan en la película?»).


Había mucha presión por concluir el rodaje a causa de dos razones principales (pero no las únicas): muchos cineastas, actores y personal de apoyo llevaban ya seis meses en Angola y por otro lado los equipos de filmación se necesitaban ya en La Habana.
Esto quiere decir que cuando se llevó a cabo en Cuba el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, la gran mayoría de ellos estaba en Angola.
Por mis actividades periodísticas tenia que trasladarme frecuentemente desde el campamento militar donde vivíamos hasta Luanda, para transmitir mis reportajes vía telefónica a La Habana. En varios de esos viajes tuve que visitar el comando general de las tropas cubanas en la capital angolana.
Durante muchas horas, a la espera de que apareciera un vehículo que regresara al campamento, conocí en el centro de mando a muchos cubanos que hacía meses o años se desempeñaban como militares en ese país.

¡Y cuál no sería mi sorpresa al ver que la mayoría de ellos siempre trataba de conocer las reacciones de sus compatriotas en la isla tras la muerte de Ochoa!
Era un tema recurrente. Siempre querían saber más y más. Pero si eso me sorprendió, peor aún fue cuando también una buena cantidad de ellos me confesaba en secreto, que no estaban de acuerdo con «lo que hicieron con el general».
Escuché muchas anécdotas sobre el carisma y la popularidad de Ochoa. Decían que el general se preocupaba siempre por el bienestar de sus subordinados. Era realmente un hombre de mucho arraigo entre su tropa y me fui de Angola con la impresión de que aquellos soldados y oficiales estaban profundamente enojados y frustrados por la decisión del régimen de fusilarlo.
En el campamento ocurría otro tanto. No sólo por parte de los militares que se ocupaban de nuestra seguridad, sino entre algunos actores y técnicos. Se les notaba en su forma de expresarse la simpatía que sentían por Arnaldo Ochoa.
Asimismo, escuché más de un testimonio, matizado por el enojo, la frustración y el miedo a revelarlo, sobre la cifra de cubanos muertos en Angola. Muchos de los que confiaron en mí me dijeron que en el cementerio destinado a ellos había más de 10 mil tumbas.

Pocos años después, el régimen cubano anunció que serían trasladados a la isla los restos de todos los caídos en la guerra de Angola. La cifra era sustancialmente menor a la que aseguraban los mismos que estuvieron arriesgando sus vidas en aquel país, la mayoría de ellos en contra de su voluntad, pues aunque la versión oficialista decía que eran defensores del «internacionalismo proletario», en su fuero interno sentían que aquella era una guerra que no tenía nada que ver con el pueblo cubano.
En el enfrentamiento entre «verdades individuales» y «verdades oficiales», las últimas suelen prevalecer sobre las primeras… pero sólo temporalmente, hasta que desaparezcan las circunstancias que les permiten a los “escritores de historias oficiales” seguir ocultando la realidad.
Cuando la historia verdadera salga a flote, se verá si aquellos rumores y especulaciones, emitidos bajo el síndrome del terror inherente a todo régimen totalitario, sirven como fieles exponentes del dicho popular «cuando el río suena es porque piedras trae».

Ezequiel Pérez Martín (Bauta, La Habana, Cuba, 1944). Periodista y escritor. Es autor de la novela Salida definitiva (2008). Acumula una larga trayectoria como reportero, articulista y editor de prensa escrita,  radio y television en Cuba, America Latina y Estados Unidos. Actualmente reside en Miami.

10 respuestas

  1. no a la guerra. Aunque las personas que mueren soldados.

  2. Otro recuerdo de ese dia, Desde Canada.

    Otra historia, de la cual soy testigo, que me hace dudar del trato amable , cortes y humano que se
    dispensa en las FAR.
    Un individuo, entre quienes somos citados a las Milicias aquel dia, se le acerca a ese militar de alta graduacion y le da
    unas explicaciones , no se cuales, para ser liberado de esas practicas. El militar, enfurecido, rompe el
    papel de la citacion y le grita:
    !Retirese! Largo. Ya sera citado por el Comite Militar!
    La pregunta que yo me hago es si las MTT eran, realmente, voluntarias…. ?A que tanta alharaca?
    ?Cual es la fiferencia entre tener 35 o 34 en unas aulas?

  3. Desde Canada.

    Ji Ji Ji.

    El debate, al menos lo empatas y logras que yo recuerde a un pundunoroso teniente que se pegaba a cortar canna dia a dia con los reclutas en 1970.
    .
    Recuerdo la vez que me citan para unas clases de las MTT y me encamino a hablar con el jefe(Tenia varias estrellas).

    Mi idea era pedirle, salir un poco temprano de aquellas clases para asistir a las mias.

    Empiezo: «Mire. Soy profesor de Finanzas , necesito.
    Me interrumpe enojado: ?Cuantos grupos de clases tienes?
    «Tres»
    Pues incorporate, que si los impersialistas nos atacan no vas a tener ninguno»
    Luego… Me entero que el entrenamiento de las MTT era solo en horas de la mannana.

    Recuerdo las quejas de los muchachitos que hacian la catedra militar en la U de la Habana.
    Aquellos , eran jovenes graduados de la Lenin,
    Se quejaban de que tenian que aprender los temas y conceptos de memoria y repetirlos esactamente en el examen.
    Si utilizaban sinonimos los suspendian.
    Recuerdo que en mi propia catedra me suspenden por ausentarme a un 15 o 20 % de las clases.
    Y que, efectivamente, la teoria que me obligaban a memorizar era en extremo tediosa.
    Hoy, tengo un master en negocios en la Florida y varias certificaciones. Pase un terrible examen nacional del Internal Revenue Service….. Dudo , que aquel examen de tactica o infanteria, lo hubiera podido pasar, al menos al primer intento.

  4. Dices:

    Lo que quiero decir es que eso es perfectamente creible y de hecho posible, tan posible como que tambien existieron otros jefes y oficiales

    De acuerdo. Pueden existir… como excepcion.
    Un ejemplo:
    En la Zafra de los Diez millones, un oficial , uno solo, era respetado por la tropa por cortar canna a la par de nosotros. Los demas nos atosigaban para que hicieramos el plan.

    • Whatever «INAGOTABLE ORLANDO».
      Solo una cosa mas, socio, usted es un tipico cubano, de los de verdad, no importa donde vivan, usted siempre va a ser CUBANO.

      Me lo deja bien claro su manera de expresarse en una conversacion, nosotros, los cubanos, nunca perdemos, jajajaja….

      Asi que solo me resta decir, WHATEVER mi querido compatriota, WHATEVER….

  5. Good job Ezequiel!

    Yo he visto la pelicula y personalmente, filtrando la ideologia, me gusta. Es irritante que en Cuba todo se mezcla con «el excesivo dulzor adulterante» de la propaganda. La pelicula me mantuvo interesado hasta el final.

    Concuerdo en Ezequiel. La otra verdad saldra a flote un dia. Cuando eso pase veremos obras de arte diferentes, un tanto mas desgarrante y desnuda. Nos seguiremos viendo en la pantalla pero diferente.

    Ezequiel! Es posible que participes en filmes de la magnitud de «Das Boot» o «Der Untergang». Ya veremos!

  6. Por supuesto que no todos los oficiales que conoci eran iguales, de hecho en esa misma pelicula usted puede ver al oficial jefe de retaguardia. Lo que quiero decir es que no tiene por que ser mentira eso que se ve en esa escena ni la manera que tiene ese jefe de tratar a sus subordinados. Lo que quiero decir es que eso es perfectamente creible y de hecho posible, tan posible como que tambien existieron otros jefes y oficiales completamente diferentes. En este mundo hay de todo.

  7. Me gusta cuando dice en «tres dias» y senala con los

    dedos. Le da credibilidad a la escena.

    La primera parte del filme,

    telenovela o lo que sea, no me gusta.

    La musiquita me parece irresistiblemente tonta.

    Los dialogos lo mismo.

    El cubano tradicional no se comporta con

    tanta decencia, muchisimo menos bajo los

    horrores de la guerra.

    Gracias a Dios, no estuve en Angola. Pero no hay

    necesidad de sufrir tan horrible experiencia para

    darse cuenta de que Caravana, con perdon de su

    realizdor, a quien no le queda otra alternativa, es una

    edulcorada y tonta falsificacion de la realidad

    un enganna bobos.

    Dudo muchisimo que un recien llegado sea tratado

    con tanto respeto por su jefe. «Yo soy fulano, y desde

    ahora tu jefe» Ji Ji Ji Ji.

    ?En que ejercito se ha visto a un oficial tratar a su

    subordinado como si de un invitado a comer se

    tratase?»

    Los primeros planos con las caras de los soldados

    verdaderos actores profesionales , todos

    practicamente «adonis» o como

    dioses griegos enfundados en esos odiosos

    uniformes, … es tambien una burda falsificacion

    de la realidad. Ji Ji Ji. Ahi no hay fango, cansancio,

    hambre, desolacion.

    • Con todo el respeto que usted y su comentario merecen dejeme pedirle que no vea mas peliculas americanas, por favor. Yo si estuve alli y le puedo asegurar que ese tratamiento que usted critica de jefe a subordinado es perfectamente posible y de hecho real.

      Yo fui jefe en Angola y como jefe le digo que primero usted debe tratar a los soldados como hombres y luego como soldados, si quiere ganarse el respeto de ellos y que le respondan ciegamente en el momento del combate. Creame, se lo que digo.

      Como dije al principio, respeto su derecho a opinar y su opinion en si.

      • Puede ser en su caso . No tengo que poner en duda su palabra.
        No veo muchas peliculas americanas , si leo bastante. Pregunta:

        Y… ?Todos los oficiales que usted conocio trataban a los soldados como personas?
        Juzgando por la expericneia de otros comentaristas, me permito dudarlo mucho. Hasta pasaban hambre.

        Como dije, no estuve en Angola, pero si sufri siendo joven, una escuela militar experimental, fui -como muchos- movilizado, pase catedra militar en la universidad y la norma que aprendi es que en el verde olivo, te tratan a la patada.

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