En mi unidad en Huambo eran siempre dos los soldados que llevaban el correo al regimiento cada día y recogían lo que hubiera llegado. Por lo general había un camión que iba diariamente dos veces de nuestro campamento a ese lugar. Un día de 1986 no hubo camión por no haber petróleo y los dos soldados de turno tuvieron que ir a cumplir su misión a pie.
Como la Caperucita Roja o Ricitos de Oro, se desviaron de su camino: se entretuvieron con unas cuantas kwanzas en el bolsillo, se fueron a la candonga, se compraron una botella de vino y se la tomaron. Nuestro batallón era bastante mal visto por las otras unidades, por una simple razón que llevaba al equívoco siempre: éramos de Tropas Especiales y usábamos boinas rojas, las mismas que usaba la Prevención (o Policía Militar, encargada de cazar desertores o prófugos del SMG, Servicio Militar General) y con los cuales nada teníamos que ver. Pero los demás soldados y oficiales nos veían con rencor y miedo, y hasta el Estado Mayor de la Guarnición a la que pertenecíamos se atrevía a “embarajarnos” cuotas de comida y combustible, en represalia por viejas rencillas ocurridas con la Prevención en Cuba, y nos dormían con el cuento de las asignaciones que no habían llegado.
Cuento este detalle porque fue decisivo en lo que sucedió a mis dos compañeros. Tras la embriaguez perdieron el control y al ver unas gallinas y pollos que deambulaban libres a la orilla del camino les dispararon, con la idea de recoger algunos y llevarlos de regreso al campamento y asarlos en grupo. No previeron que ese “inocente” tiroteo que armaron para cazar los pollos fue en las inmediaciones de una kimbería, y no muy lejos del Regimiento.
Los habitantes de la kimbería interpretaron el “asalto” como una muestra de violencia de los cubanos hacia ellos, y desde el regimiento la guardia reportó el tiroteo a plena luz, perfectamente visible desde las postas. Un cuarto de hora después los habían hecho prisioneros y dieron la alarma de combate a nuestro batallón. El objetivo era realizar un conteo físico, que resultaba innecesario pues en una escuadra como la nuestra solo faltaban oficialmente dos hombres y todos sabían que eran los del correo, pero así y todo el jefe del Batallón quería estar seguro de que eran dos hombres de los nuestros los del cuento…
Los dos soldados fueron apresados y enviados a nuestra unidad hasta ser juzgados por el tribunal de guerra.
Allí los trinkas los metieron en un calabozo que quedaba dentro del dormitorio de los oficiales, les pusieron dos guardias frente a la reja de hierro con candado, y prohibieron a todo el mundo el contacto con ellos. Nada de café y cigarros, bañarse o afeitarse; sólo se les permitió una comida al día y eran escoltados hasta la letrina por dos soldados del pelotón “suicida”, como le decían a los reclutas del SMG de nuestro batallón mixto, que se creían Rambos en miniatura.
Los trinkas solían asomarse a la reja a mirarlos durante largos minutos sin decirles nada, para martirizarlos sicológicamente; cosa innecesaria pues ellos jamás negaron la tontería que habían cometido. El jefe de su escuadra pidió permiso para llevarlos a bañarse cuando ya llevaban tres días allí, lo que le fue concedido al 5to dia, cuando ya apestaban más que el resto de nosotros. En nuestro campamento no había agua, había que esperar a que cayeran esos aguaceros que duraban a veces 10 horas, o traerla en pipas del regimiento o de la Unidad Táctica de Tanques y eso ocurría una vez a la semana. Los que intentaron bañarse con agua de unos pozos cavados en la arcillosa tierra de aquel lugar terminaban podridos de nacidos, pústulas y costras en la cabeza.
Al final se les hizo el juicio. Los trinkas expropiaron todas sus pertenencias, con el pretexto de que la mitad pertenecía al Ejército por ser cosas militares y la otra mitad era producto del candongueo, considerando como pacotilla. Uno de los dos, tras mucho esfuerzo, logró salvar su reloj porque pudo mostrar que fue un regalo de su padre fallecido, quien lo había recibido como Vanguardia Nacional en Cuba. Como era un reloj bueno, uno de los trinkas ya le había echado el ojo, pues todo el mundo sabía que ellos se repartían las cosas que les expropiaban a los que cogían candongueando.
El incauto e inocente “asesinato” de una gallina -cuyo fin era comerla en grupo ante la escasez de alimentos que sufríamos por la tacañería del regimiento- y por el cual la dueña nativa pidió indemnización y todo, se convirtió en motivo de escarnio y prisión. Al ser los acusados dos tipos con boinas rojas, fueron sentenciados con más rigor y saña: dos años de privación de libertad en Cuba. Fueron sentenciados a ser “enyesados” -expresión que aludía al inicio de la guerra, cuando a los cubanos repatriados por problemas se les enyesaba todo el cuerpo como una manera de maniatarlos sin mostrar esposas o cadenas, pues eso daba una mala imagen y además la guerra de Angola en aquellos años del inicio, como todos saben, era algo secreto.
Para cuando ocurrió esto que cuento, ya no se usaba ese procedimiento -si es que se usaba, pues eso está dentro de los cuentos que uno escuchaba allá y nunca pude comprobar si era cierto.
Pues fueron repatriados como presos de guerra y tuvieron la suerte de que un alto oficial de las FAR que “construía su casa con recursos propios” y con el trabajo de presos convertidos en obreros de la construcción (por supuesto, la casa no le costó nada hacerla), un tipo bastante “buena gente”, se conmovió con ellos y los puso bajo su mando, y por buena conducta libraron un poco antes. De lo que nunca se libraron fue del escarnio de haber estado presos casi dos años por matar una gallina y haber perdido el prestigio de la medalla de Internacionalista, ademas de los carnés de la UJC.
¿Cuántos años les debían haber echado a los altos oficiales que solían cazar gacelas ? ¿O a los trinkas nuestros que sacaron del almacén 5 sacos de arroz de un batallón que agonizaba de hambre para comprarse en la candonga una moto con side-car para sus “operaciones secretas”?
(Testimonio del lector Murcielaguito)
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Murcielaguito.en que parte de Huambo estaba ttu unidad ?Porque yo perteneci a la Bda y yo creo que ustedes fueron mi relevo en 1985.