¿Por qué no se repatriaban los cuerpos?

El presidente de Angola, Eduardo Dos Santos, deposita flores en el mausoleo a los soldados cubanos del cementerio de Colón en 2007

El presidente de Angola, Eduardo Dos Santos, deposita flores en el mausoleo a los soldados cubanos del cementerio de Colón en 2007

El lector Juan José ha hecho una pregunta muy interesante. «Si había comunicación regular tanto aérea como marítima con Cuba, ¿por qué no se enviaban los cadáveres a sus familiares?»

En otras palabras, ¿por qué las familias cubanas tuvieron que esperar tantos años para poder tener los restos de sus seres queridos? ¿Alguien sabe qué motivó al  gobierno cubano a adoptar esa política?

Se realizó un solo entierro, masivo, el 7 de diciembre de 1991, tras la retirada de las tropas cubanas de Angola.

Recordando a Toño

 Operación Tributo en Las Tunas. Ceremonia de entierro en el cementerio Vicente García

Operación Tributo en Las Tunas. Ceremonia de entierro en el cementerio Vicente García en 1991

Su nombre era José Antonio, y le llamábamos Toño. Su madre se llamaba Virgen y era blanca como la leche; su padre, Chepe, era negro como un carbón. Un matrimonio multirracial bien llevado y querido. Había armonía en ese hogar. Eran unas personas que todos querían tener como amigos. Chepe, Virgen y sus hijos Toño y Edelma vivían en la calle Villalón, entre Martí y Lico Cruz, en Las Tunas. A Chepe, ya retirado de camionero del Mincin, le había dado una embolia cerebral y había quedado con una parte del cuerpo paralizada y el habla algo afectada.

Toño se casó con Martha Carvajal, que vivía en Julián Santana, entre Martí y Lico Cruz y tuvieron enseguida un niño. Pero a Toño lo enviaron a Angola y no pasó un año antes de que que nos avisaran que había muerto «en cumplimiento del deber». No recuerdo la causa de la muerte, pero sí sé que no trajeron su cuerpo para Cuba y celebraron un sepelio simbólico en la casa de la calle Villalón.

Chepe y Virgen perdieron a su único hijo varón que no llegaba a los 30 años cuando  desgraciadamente murió en un lugar adonde nunca debió ir, porque  allí no tenía ni parientes, ni negocios, ni nada que lo obligara a arriesgar su vida en un sitio tan lejano, tan ajeno a nuestras costumbres, a nuestro idioma y a nuestra forma forma de vida. Fue carne de cañón, como los miles de cubanos que murieron allí de una manera absurda.

La muerte de Toño apresuró el deterioro físico de su padre Chepe, que jamás logro recuperarse. Desconozco si  fue repatriado el cuerpo de Toño desde la lejana Angola.

Martha Carvajal quedó viuda antes de los 30 años y su niño no pudo volver a  ver a su padre. Dos familias quedaron destrozadas. (Testimonio del lector Juan de Armas)

Testimonio sobre Raúl Díaz Argüelles

El Primer Comandante Raúl Díaz Argüelles (izq) junto al líder caboverdiano Amílcar Cabral (foto tomada de Granma)

El Primer Comandante Raúl Díaz Argüelles (izq) junto al líder caboverdiano Amílcar Cabral (foto tomada de Granma)

El lector Rafael González trajo a colación en un comentario el tema de la muerte de Raúl Díaz Argüelles, el Primer Comandante artífice de la intervención cubana en Angola. «A Raulito Díaz Argüelles no lo mató una mina cubana» -afirma en respuesta al testimonio del general Rafael del Pino- «sino una blackmore americana reforzada con uno o dos obuses de mortero 60 mm que le arrancaron las piernas de cuajo y murió desangrado cuando lo sacaban del BTR. Su blindado salió del trillo marcado y desminado para tomar un atajo por la selva, pero él era así impulsivo y arrestado y eso lo llevó a la muerte.
«Yo iba en una unidad de apoyo a su columna blindada y oímos la explosión, nos llamaron por radio y ayudamos a sacarlo a él y dos más que sobrevivieron muy malheridos, después tuvimos que remolcar el BTR . Fue a fines de 1975. El tipo de mina enseguida lo supimos porque hubo que desminar los alrededores para evitar más bajas y encontramos como seis o siete parecidas por esa área.Tuvo mala suerte porque la densidad de minas era relativamente baja allí.

«No sé de dónde sale esa historia de que las minas eran de las tropas cubanas, solo teníamos minas rusas y aquellas eran americanas y a veces chinas. Fue muy difícil aceptar la muerte de Raúl porque era un buen jefe, muy preocupado por su tropa y muy valiente, siempre queriendo ir al frente en los combates», concluye Rafael González.

De acuerdo con un perfil de la corresponsal de guerra cubana Katiuska Blanco en el diario oficial Granma, había estudiado en la Academia Militar Riverside de Estados Unidos. En Cuba estudió Ingeniería Civil en la Universidad de La Habana, donde conoció José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez. Fue jefe de Acción del Directorio Revolucionario e incluso atacó la 5ta estación de policía de La Habana en 1958, antes de alzarse en las montañas cubanas.

Díaz Argüelles, líder de la misión cubana en Angola, pereció a los 39 años, el 11 de diciembre de 1975, durante la Batalla de Ebo, apenas un mes después de iniciada la intervención cubana. Su nombre de guerra era Domingos da Silva y conocía personalmente a los líderes de los movimientos nacionalistas africanos.

La Batalla de Ebo siguió a la Batalla del Puente 14. Según la versión (en inglés) de un veterano de ese país, ambas duraron varios días y concluyeron con una victoria abrumadora de esas fuerzas.

Me gustaría escuchar la versión de veteranos cubanos y angolanos sobre ese suceso que cobró la vida de Díaz Argüelles.

Muertes inútiles

Documentos de la tripulación de un Mig derribado en el sur de Angola. Las fotos son sellos postales de la época.

 

Una de las cosas que más afectaron a muchos altos oficiales en la Guerra de Angola fue ver como la mayoría de los muertos perdieron sus vidas por irresponsabilidad y voluntarismo de jefes incapaces que los enviaban a cumplir misiones absurdas e innecesarias  arriesgando sus vidas. Cada vez que se investigaban esos casos, los resultados de la investigación eran engavetados tanto por la Jefatura de la Misión como por el Alto Mando en La Habana. 

Un caso que refleja este proceder generalizado de cometer barbaridades por jefes incapaces y después tapar los resultados por los jefes máximos lo viví en carne propia en 1985, al ser enviado al frente de la comisión que debía investigar la pérdida de tres MiG-23 en una simple misión de bombardeo al poblado de Lumbala N´gimbo 300 kilometros al sureste de Luena. 

Sin planificar nada ni hacer una apreciación de la situación los jefes principales ordenaron a los pilotos que se rebasificaran desde la base principal en Lubango hasta Luena, que artillaran los aviones con bombas y que bombardearan ese poblado. Los pilotos fueron, bombardearon y al regreso se perdieron porque no se habían preparado debidamente. 

Dos tuvieron que abandonar el avión catapultándose en paracaídas y otros dos tuvieron que realizar aterrizajes forzosos en una pista de tierra destruyéndose totalmente sus aviones. Por ese estilo eran las misiones que se le ordenaban a la mayoría de los pilotos. 

Pero eso no fue lo más grave. 

En el IL-62 en que viajaba la Comisión Investigadora de este descalabro viajaba también una compañía de jóvenes reclutas del servicio militar que iban de relevo de otros compañeros que habían concluido su tiempo de misión. La mayoría no pasaba de los 18 años. Nosotros nos quedamos en Luanda tres días revisando la documentación de la debacle de los tres MiG-23, entrevistando a los pilotos sobrevivientes. Al tercer día partimos en avión hacia Luena para continuar la investigación y cuando aterrizamos veo en el hangar próximo a la rampa de estacionamiento 13 cadáveres de soldados cubanos cubiertos con sabanas blancas. 

Por curiosidad levanté una de las sábanas y reconocí a uno de aquellos muertos que precisamente había llegado a Angola en el mismo avión en que viajábamos nosotros. Es decir a estos muchachos los cambiaron de ropa en cuanto llegaron a Luena, les pusieron un uniforme militar y los enviaron sin preparación ni experiencia alguna a peinar una aldea cercana donde la UNITA los esperaba emboscados. Todo esto  ocurrió en menos de una semana. Tres aviones perdidos y 13 jóvenes enviados a morir inútilmente. 

Al principio de la guerra en 1975 hubo algunos muertos de verdad en combate directo contra los sudafricanos pero salvo esos casos esporádicos la mayoría de los muertos fueron por la incapacidad de los jefes que dirigían a sus hombres. Comenzando nada menos que con el primer Jefe de la Misión Militar, el General Raúl Díaz Argüelles que muere volado en su transportador blindado BTR al caer en una mina colocada por los propios cubanos sin tener después los planos de los campos de minas. Así que ya eso da una medida de la irresponsabilidad y falta de profesionalismo de la mayoría de los jefes que dirigieron esa guerra. (Testimonio de Rafael del Pino, primer jefe de la Fuerza Aérea cubana en Angola)

Memorias

Nuestras banderas de combate se inclinan delante de los combatientes cubanos caídos en tierra angolana-Agostino Neto

Nuestras banderas de combate se inclinan delante de los combatientes cubanos caídos en tierra angolana-Agostinho Neto.

«El primer muerto de Holguín en la Guerra de Angola fue un muchacho del reparto Vista Alegre, de apellido Sosa. Pero del que más me acuerdo es de Ronald Andalia Nieves.  Tenía como 27 años cuando lo mataron, en enero o febrero de 1978 y era hijo único.   Fue un caso muy triste porque ya a él le tocaba irse, pero siempre dejaban la tercera parte del regimiento para que adiestrara a los que venían y por eso se quedó. Estábamos en Luso (hoy Luena), en la provincia Moxico, en el frente este de Angola. Era radista, y ese día tampoco le tocaba ir en misión, sino a un compañero, de apellido Pino. Iba en una BTR y la explotaron con una mina teledigirida, dicen que el cuerpo se desintegró. Creo que la madre, Amalia Nieves, una costurera, nunca se recuperó. Parece que tenía un presentimiento porque antes de salir en esa misión me dejó un maletín con sus cosas : unas gafas para al padrastro, las cartas de la madre, una pluma, unas pañoletas de cabeza» (Ex médica internacionalista en Angola)

CICATRICES

Veterano de la Guerra de Angola, fotografiado en 2001 en La Habana (www.lumika.org)

Veterano de la Guerra de Angola, fotografiado en 2001 en La Habana (www.lumika.org)

La Guerra de Angola transcurrió paralela a los años que viví en Cuba, pero tengo una vaga noción de ella,  formada con fragmentos de lo que  susurraban los mayores, familiares y amigos, en las raras ocasiones en que hablaban de sus vivencias en el lejano conflicto bélico.  Imagino que a miles de cubanos les sucederá lo mismo.

A inicios de la década de los 90, en pleno período especial en La Habana, coincidí muchos mediodías en un improvisado puesto de pastelitos con un hombre que no paraba de hablar cosas incoherentes. Me daba tanto miedo que no lo miraba y hoy no puedo describirlo físicamente, pero el sonido de su monserga aún me acompaña. Un día, advirtiendo mis temores, la dueña del negocio me contó que ese hombre se había vuelto loco en la Guerra de Angola.

Ese recuerdo recurrente -el efecto de los horrores de la guerra con los que hemos convivido muchas veces sin saberlo- me impulsa a buscar testimonios de un conflicto que marcó las vidas de miles de cubanos, en aras de recuperar una memoria colectiva que nos pertenece a generaciones presentes y futuras.

Este blog quiere ser un punto de encuentro -y catarsis- para todos los veteranos de la Guerra de Angola.

Yo soy la moderadora, ustedes los protagonistas. Los invito, primero, a compartir sus recuerdos de los caídos.