Un regalo cubano para Agostinho Neto

Fidel Castro saluda a Agostinho Neto durante la Cumbre de los No Alineados, en 1979

Fidel Castro saluda a Agostinho Neto durante la Cumbre de los No Alineados de 1979

La historia del inicio de la Guerra de Angola y su internacionalización es compleja. Intentaré resumirla:  En enero de 1975,  Portugal firmó un acuerdo para conceder la independencia al país africano el 11 de noviembre de ese año.  En el interín, fracasó un gobierno provisional y estallaron los enfrentamientos entre las facciones principales: el MPLA por un lado, y UNITA y FNLA por otro.

Agostinho Neto, líder del MPLA, pidió ayuda inicialmente a los soviéticos, quienes organizaron una operación de envío de armas. Sin embargo,el programa de ayuda militar fracasó cuando el presidente Marien Ngouabi del Congo detuvo a los barcos soviéticos. En julio el FNLA llegó a 35 millas de Luanda y amenazó con tomar la capital antes de noviembre. Desesperado, Neto acudió a los cubanos con quienes ya había sostenido algunos contactos.

A comienzos de agosto, Raúl Díaz Argüelles, entonces Primer Comandante, viajó en secreto a Angola y se entrevistó con Neto. Le llevaba como regalo de Fidel Castro cien mil dólares en efectivo, toda una fortuna para la época. También tenía la misión de precisar la ayuda que necesitaba el MPLA, ya que en previos contactos las solicitudes habían sido contradictorias.

La conclusión que sacó Argüelles del encuentro parece haber sellado la entrada de Cuba a la guerra:  «‘Consideramos debamos ayudarlos directa o indirectamente a resolver esta situación que en definitiva significa la resistencia total del pueblo contra la reacción y el imperialismo internacional», escribió en su informe (en PDF).

Las primeras tropas cubanas arribaron a Angola tres meses después.

Ojalá alguno de esos primeros soldados cubanos esté entre los lectores y se anime a compartir sus recuerdos.

Un misterioso accidente

Sistema antiaéreo cubano Strela-10 (SA-13) en Cuito Cuanavale

Sistema antiaéreo cubano Strela-10 (SA-13) en Cuito Cuanavale

El lector Alberto cuenta en su comentario al post Minas Cubanas , que en Angola ocurrieron: «negligencias técnicas como alguien que, por no cambiar una estación de combate a «ENTRENAMIENTO» mientras utilizaban un avión amigo para entrenar provocó su derribo(AN-26) con 26 cubanos a bordo, todos muertos of course».
He escuchado por varias fuentes versiones sobre el suceso. El periodista José Antonio Évora, hoy residente en Miami, llegó a Angola como corresponsal de guerra el 1 de mayo de 1988 y recuerda haber escuchado que el accidente narrado por Alberto se había producido pocos días antes, o sea, a fines de abril de 1988. A su regreso a La Habana, 45 días después , se encontró con el general Rogelio Acevedo (hoy Presidente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba), y le pidió entrevistar al artillero que ocasionó el accidente, de quien se decía estaba ya en Cuba bajo tratamiento siquiátrico. «Eso es periodismo amarillo», ripostó ofendido Acevedo y le dio la espalda.
Al parecer el accidente fue reportado la prensa cubana pero sin especificar que fue a causa de  «fuego amigo». He oído también que entre los civiles que viajaban en el avión derribado estaba una maestra holguinera, María Teresa Bolmey, con cuyo nombre fue bautizada una escuela semiinternada de la Ciudad de Holguín.
¿Alguien tiene más detalles sobre este suceso? ¿Cuántos muerto hubo? ¿Qué sucedió con el artillero que causó el accidente?

Minas en Angola: «Boniatos» amargos

Víctimas angolanas de minas terrestres

Víctimas angolanas de minas terrestres

«Los cubanos fueron los que enseñaron el empleo de las minas a los africanos», así decía un viejo compañero, especialista en ingeniería militar. En lo personal no me atrevería a ser tan categórico, aunque sí muchos hemos tenido que ver con el aprendizaje de ellos y lo cierto es que fueron buenos discípulos y, por lo tanto, buenos profesionales».

(…) Desdichadamente, Pedro Nieves Zamora, subordinado mío y magnífico compañero, fue alcanzado por uno de esos boniatos tan poco dulces. Su carro se destruyó y él perdió el talón derecho. Pedro había sido deportista, de ahí su fortaleza física: conducía un carro de carga ZIL-131 con medios del campamento. En esta columna su vehículo era el místico número 7.

Por su ubicación debía desplazarse exactamente por donde había pasado el sexto vehículo y, por supuesto, los anteriores, tratando de que las ruedas de su carro corrieran por el carril que habían dejado sus antecesores y guardando la distancia establecida; pero al parecer, no marcó correctamente las gomas y la rueda delantera derecha activó la mortífera carga o pude ser una mina instalada bajo la técnica acumulativa, que llegado el momento se activó». (Fragmento del libro Victoria al Sur de Angola, escrito por Pedro Eddy Morales Perales, teniente coronel cubano y ex oficial de la defensa antiaérea en Angola)

¿Conoces alguna víctima de minas en Angola? Cuéntanos su historia.

Minas cubanas

Víctimas de minas en Angola

Algún día los cubanos, como nación, deberíamos asumir la responsabilidad de haber causado cientos o quizás miles de mutilados a causa de las minas que plantamos en suelo angolano, a la par de las otras partes implicadas en la Guerra de Angola.

En 1989, en un discurso a raíz de la Causa 1 ( que tuvo como principales acusados al general Arnaldo Ochoa y al coronel Tony de la Guardia), Fidel Castro reconoció ante el Consejo de Estado el extenso minado de Angola por parte de los cubanos»: «No nos olvidamos de nuestros zapadores, que sembraron decenas y decenas de miles de minas, o desminaron», afirmó.

Nadie sabe cuántas minas yacen debajo de tierra angolana. Algunos expertos consideran que hay todavía millones de dispositivos explosivos enterrados en ese país. ¿Las víctimas? Ni siquiera hay una estadística fiable. Hace pocos días comenzó en Angola la primera fase de un proceso de contabilización de mutilados. En el 2007, cifras conservadoras de la ONU estimaban que 70 mil angolanos habían resultado lesionados a causa de minas terrestres. Organizaciones no gubernamentales consideran que la cifra es de aproximadamente uno por cada 300 angolanos.

Tan común es el problema, que en Angola se ha celebrado el concurso de belleza «Señorita Mina Terrestre», y aquí pueden ver a una de las candidatas del 2008. María Restino, de 25 años, perdió una pierna en 1998 a causa de una mina.

Maria Restino, de 25 años, candidata de la provincia Cuanza Sul al concurso "Señorita Mina Terrestre" de 2008. Lesionada en 1998.

Maria Restino, de 25 años, candidata de la provincia Cuanza Sul al concurso "Señorita Mina Terrestre" de 2008. Lesionada en 1998.

Me gustaría pensar que los recientes envíos de médicos cubanos a Angola van en parte dirigidos a subsanar nuestras culpas en esa Guerra, pero hasta ahora no ha habido un reconocimiento oficial del daño que causamos en la población civil angolana.

Además, Cuba sigue siendo, junto a Estados Unidos, uno de los pocos países del mundo que se ha negado a ratificar el Tratado Anti-Minas firmado en Ottawa en 1997.

Si algún lector tiene alguna anécdota sobre el minado o desminado de Angola, que la comparta. El anonimato está garantizado.

Una actualización sobre el tema:  Entre el 2006 y el 2008, 106 personas murieron y 200 resultaron heridas en Angola a causa de las minas, de acuerdo con la Comisión de Desminado del país africano. Al menos 4 mil campos de minas habían sido despejados, según el ministro de Seguridad Social Joao Baptista Kussuma. En mayo de 2009 Kussuma declaró a la prensa que las naciones que participaron en la guerra de Angola tiene el deber de ayudar a limpiar el país de minas.

Muertes inútiles

Documentos de la tripulación de un Mig derribado en el sur de Angola. Las fotos son sellos postales de la época.

 

Una de las cosas que más afectaron a muchos altos oficiales en la Guerra de Angola fue ver como la mayoría de los muertos perdieron sus vidas por irresponsabilidad y voluntarismo de jefes incapaces que los enviaban a cumplir misiones absurdas e innecesarias  arriesgando sus vidas. Cada vez que se investigaban esos casos, los resultados de la investigación eran engavetados tanto por la Jefatura de la Misión como por el Alto Mando en La Habana. 

Un caso que refleja este proceder generalizado de cometer barbaridades por jefes incapaces y después tapar los resultados por los jefes máximos lo viví en carne propia en 1985, al ser enviado al frente de la comisión que debía investigar la pérdida de tres MiG-23 en una simple misión de bombardeo al poblado de Lumbala N´gimbo 300 kilometros al sureste de Luena. 

Sin planificar nada ni hacer una apreciación de la situación los jefes principales ordenaron a los pilotos que se rebasificaran desde la base principal en Lubango hasta Luena, que artillaran los aviones con bombas y que bombardearan ese poblado. Los pilotos fueron, bombardearon y al regreso se perdieron porque no se habían preparado debidamente. 

Dos tuvieron que abandonar el avión catapultándose en paracaídas y otros dos tuvieron que realizar aterrizajes forzosos en una pista de tierra destruyéndose totalmente sus aviones. Por ese estilo eran las misiones que se le ordenaban a la mayoría de los pilotos. 

Pero eso no fue lo más grave. 

En el IL-62 en que viajaba la Comisión Investigadora de este descalabro viajaba también una compañía de jóvenes reclutas del servicio militar que iban de relevo de otros compañeros que habían concluido su tiempo de misión. La mayoría no pasaba de los 18 años. Nosotros nos quedamos en Luanda tres días revisando la documentación de la debacle de los tres MiG-23, entrevistando a los pilotos sobrevivientes. Al tercer día partimos en avión hacia Luena para continuar la investigación y cuando aterrizamos veo en el hangar próximo a la rampa de estacionamiento 13 cadáveres de soldados cubanos cubiertos con sabanas blancas. 

Por curiosidad levanté una de las sábanas y reconocí a uno de aquellos muertos que precisamente había llegado a Angola en el mismo avión en que viajábamos nosotros. Es decir a estos muchachos los cambiaron de ropa en cuanto llegaron a Luena, les pusieron un uniforme militar y los enviaron sin preparación ni experiencia alguna a peinar una aldea cercana donde la UNITA los esperaba emboscados. Todo esto  ocurrió en menos de una semana. Tres aviones perdidos y 13 jóvenes enviados a morir inútilmente. 

Al principio de la guerra en 1975 hubo algunos muertos de verdad en combate directo contra los sudafricanos pero salvo esos casos esporádicos la mayoría de los muertos fueron por la incapacidad de los jefes que dirigían a sus hombres. Comenzando nada menos que con el primer Jefe de la Misión Militar, el General Raúl Díaz Argüelles que muere volado en su transportador blindado BTR al caer en una mina colocada por los propios cubanos sin tener después los planos de los campos de minas. Así que ya eso da una medida de la irresponsabilidad y falta de profesionalismo de la mayoría de los jefes que dirigieron esa guerra. (Testimonio de Rafael del Pino, primer jefe de la Fuerza Aérea cubana en Angola)