Veteranos sudafricanos, entre la controversia y el olvido

Soldados de la SADF en patrulla en 1994

Soldados de la SADF en patrulla en 1994

Al igual que los veteranos cubanos, en la Sudáfrica actual los ex combatientes de las SADF enfrentan el silencio y el olvido. Entre 1967 y 1994 al menos 600 mil hombres, en su mayoría blancos, fueron reclutados para el servicio militar. Miles de ellos participaron en las Guerras Fronterizas -Namibia y Angola-, donde perecieron cerca de 2 mil, una cifra similar a la oficial de muertos cubanos en tierras angolanas.

Quienes se rehusaban a entrar en el servicio militar tenían tres opciones: objetar motivos religiosos, pasar seis años en la cárcel o huir de Sudáfrica.

Para muchas familias sudafricanas, los jóvenes cumplían el deber de frenar lo que llamaban «el peligro rojo y negro»: el comunismo y el nacionalismo africano. Pero a casi 20 años de la retirada sudafricana de Angola, muchos veterano se cuestionan su participación en esa guerra. Uno se preguntan por qué sacrificaron tanto para luego entregar el poder a sus enemigos. Otros, por supuesto, están orgullosos de haber luchado allí.

Tras la caída del régimen del apartheid, sólo 31 veteranos de las SADF solicitaron amnistía ante la Comisión de Verdad y Reconciliación, a la que consideraron prejuiciada contra ellos. Desde entonces se han escudado en el silencio por temor a represalias de los nuevos gobernantes sudafricanos , refugiándose en foros en Internet.

En el 2006 salieron del ostracismo para reclamar el lugar y el honor que consideran merecen en la historia de su país.  Ese año estalló una controversia cuando el presidente del Fondo Fiduciario para el memorial Parque de la Libertad -entonces en construcción-, Wally Serote, se negó a incluir  en las paredes del lugar los nombres de los soldados de las SADF, alegando que no podían considerarse combatientes por la libertad. Los nombres de los soldados cubanos caídos en Angola sí figuran en en sitio.

Vista de una sección del Parque de la Libertad en Pretoria

Vista de una sección del Parque de la Libertad en Pretoria

Finalmente en julio de este año se anunció que se erigirá una pared en el monumento Voortrekker, también en Pretoria, costeada con fondos privados, para rendir tributo a los veteranos de las SADF.

Monumento Voortrekker en Pretoria

Monumento Voortrekker en Pretoria

Los veteranos de las SADF también tiene un monumento desde 1979, en Fort Klapperport, Pretoria.

Los horrores de la guerra

Kimbos en el sur de Angola, cerca de la frontera con Namibia

Kimbos en el sur de Angola, cerca de la frontera con Namibia

De los horrores de la guerra, [recuerdo] muchos. Para entrar en un kimbo disparabas  a los techos, si no salía nadie en unos segundos pues tirabas una granada. Por eso todos salían corriendo cuando veían que venían las tropas, que siempre lo sabían por más que queríamos escondernos o llegar sigilosamente.

Despues me entero por un SWAPO, que nos olían,  sí , nos olían, era increíble, a partir de ahí cuando salía de caminata trataba de ensuciarme lo más  posible y sobre todo echarme fango en la cara, porque si no, llamabas la atención por blanco y todo el mundo te tiraba.

Ahí comprendes que no hay reglas, que si coges un prisionero y no  lo puedes llevar contigo, tienes que matarlo y eso pasó varias veces.

Llegamos a un kimbo, una aldea, y la gente regresó cuando vio que no había peligro con nosotros y los dejamos regresar despues de revisarlo bien todo, es que nos hacía  falta cambiar dos sacos de arroz (lo único que teníamos) por una vaca o algo de carne, es que estábamos cerca de Namibia o en Namibia, abandonados a la gracia de dios.

Bueno, lo primero que se hacía era separar las mujeres de los hombres y revisar a estos, les quitábamos las camisas o los trapos que tuvieran y veíamos si tenían marcas en la piel de los sacos de la UNITA, que no era más que un jolongo con sogas, entonces esas sogas se les metían en los hombros y [les dejaban] tremendas marcas.

Cuando le fuimos a quitar la camisa a un tipo se resistió y se mandó a correr por aquellas sabanas, fue un blanco fácil, un rafagazo y cayó dando brincos como una pelota. Había otro que se echó a llorar y un SWAPO se lo llevó a un kimbo a obtener «inteligencia» como decían, eso era darle con un cinto ruso hasta que hablara. Los cubanos que conocí ahí le hacíamos asco a esos tratos, no estábamos de acuerdo, por eso lo ignorábamos, pero no podías meterte ese era su guerra también, su país.

A ese pobre infeliz le metieron un tiro, el SWAPO, porque él salió y dijo » todo bien, primo, todo bajo control».

Así fue eso. (Testimonio del lector Tito)

Perdidos en acción – En busca de Savimbi

Imagen actual de parte de la provincia Cuando Cubando, en el sur de Angola

Imagen actual de parte de la provincia Cuando Cubando, en el sur de Angola

A inicios de 1977 estábamos realizando una operación en las selvas de Cuando Cubando, limítrofe con Namibia y Zambia (Operacion Victoria) cuyo fin era destruir la mayor parte de la bases militares de la UNITA. Según el alto mando, General Raúl Menéndez Tomasevich, la inteligencia cubana había interceptado una comunicación en la cual el Jefe de la UNITA, Jonas Savimbi, estaba huyendo hacia la frontera entre Namibia y Zambia con sólo su escolta personal. Según nos dijeron eran mercenarios franceses, unos cuatro hombres para no ser detectados .

Eligieron la escuadra donde estaba yo; nos dijeron que era para para emboscar a Savimbi y que atraparlo que era cuestión de unas horas, que fuéramos lo más ligeros posible, solo municiones y una cantimplora de agua. Nos montaron en un helicóptero y nos dejaron en el punto llamado CARIBE en medio de la selva, diciéndonos que avanzáramos derecho como dos kilómetros, que era el punto para interceptarlo.

La vegetación era la misma por todos los lados , las brújulas no trabajaban y el equipo de radio estaba con las baterías bajas, producto del apuro. En resumidas cuentas perdimos todo tipo de comunicación según la brújula, que estaba como loca, quizás por los minerales del terreno. Estábamos en el lugar, esperamos emboscados. Nos cogió la noche pero no aparecieron. Al otro día esperamos los helicópteros que debían recogernos y nada, estábamos en medio de territorio enemigo, solos 11 hombres.

Al no tener comunicación empezamos a caminar en busca de una salida… uno, dos, tres días y nada; para mí caminábamos en círculos, con sed y hambre. Al cuarto día los hombres estaba muy cansados, enterraban las municiones extra con el fin de disminuir peso, estaban desesperados. Yo contaba a mis hombres a cada momento para no perderlos de vista pues caminábamos en columna.  Al cabo de dos horas me faltaba Cuco, el negrito de Pinar de Río.

Corrí y corrí solo hacia atrás, buscándolo. Al fin lo encontré acostado al lado de un árbol, sudando copiosamente y con la pistola en la mano. Al verme me dijo:  «Cuida a mis hijos, yo no aguanto más, ni el fusil puedo cargar».  No sé de dónde me salió de aquello de  «Cuco, déjate de teatro que no estamos en La Rampa».  No sé, pero eso funcionó y entre sus labios apareció una sonrisa. Me senté junto a l y hablamos de sus hijos y la famosa carta de su mujer diciéndole la frase del Che «Dondequiera que te sorprenda la muerte»,  que él se cagó en ella mil veces.

Al rato llegó el resto de la escuadra y dormimos allí. Yo tenía una foto de mi hija vestida de bailarina clásica muy chiquita, me fui aparte y recé. Hacía muchos años que no lo hacía y le pedí a Dios que me diera el chance de ver a mi hija una vez más. No sé, pero sentí como una luz que me invadía y una gran traquilidad y  fui a dormir.

Al otro día seguimos vagando por la selva, era el quinto día; a eso de las 4 de la tarde sentimos unos motores en la lejanía que se acercaban. ¿Eran los sudafricanos o nuestra gente ? Nos pusimos en posición combativa. Si era nuestra gente estábamos salvados y si no, dispuestos a presentar combate.  Al rato sentimos que el ruido de los motores se alejaba.  Ahí salió El Niño, el más joven de la escuadra, y dijo «vamos a tirar al aire,  si son nuestro estamos bien y si no, a morirse todo el mundo».  Eso hicimos, al rato sentimos los motores de vuelta y gente gritando en español. Estábamos salvados.

Era el Dr Invert de Guantánamo (médico ) que voluntariamente había salido él y dos BTR-60 para ver si por lo menos rescataba nuestros cadávares siguiendo el círculo de las aves de rapiña. Nuestros pies estaban hinchados. Al tomar un poco de leche condensada la escuadra se sintió mejor pero estábamos deshidratados y nos enviaron en helicópteros a Luanda.

Allí nos enteramos de la verdadera razón por la que nos perdimos. Resulta que un día antes de la operación un helicóptero recibió fuego cruzado de la UNITA y un piloto de helicóptero recibió un tiro en un pie. El helicóptero que nos llevaba nos dejó caer mucho antes del lugar que estaba supuesto a dejarnos por miedo a caer bajo el fuego enemigo.

Al darnos de alta del hospital fuimos al aereopuerto y buscamos al piloto y copiloto, aún estaban ingresados en el hospital militar.
Nos llevaron a fiscalía militar con cargos, despues llamaron del alto mando “Rosa Linda”* y nos enviaron de vuelta a Tchamutete.

Cosa de la guerra.

(Testimonio del lector Tchamutete)

*Rosa Linda: Club de oficiales Quinta Rosa Linda en Luanda, que había sido de los portugueses, donde estuvo en una época el alto mando cubano.

Testimonios desde Cuba

En este fragmento de un documental trasmitido por la televisión cubana en el 2006 sobre los primeros contingentes de tropas especiales en Angola, sobresalen varios aspectos interesantes: referencias a una batalla victoriosa en las cercanías de Ebo -no estoy segura de que se trate de la Batalla de Ebo en sí, donde murió Raúl Díaz Argüelles y que ha sido calificada de desastre militar-; seguido por la admisión del actual ministro de defensa de Angola, Kundi Paihama, de un repliegue inicial de las fuerzas angolano-cubanas ante la ofensiva sudafricana; el testimonio de un piloto retirado sobre un episodio de fuego amigo como algo muy usual y las declaraciones del general Carlos Fernández Gondín de que ir a Angola era «lo mejor, lo sublime».

El video contiene varias imágenes de archivo de los soldados cubanos en acción, aunque no estoy segura de que correspondan con los años 70. ¿Alguien puede precisar la época?

En proceso

Fíjense en las nuevas adiciones al Wiki-Glosario hechas con las contribuciones de ustedes, los lectores. Pueden verlas arriba en el encabezado y aquí .

Estoy preparando varios posts sobre un tema que han sacado a relucir varios de ustedes, y que aún es tabú en Angola y en Cuba:  el intento de golpe de estado de Nito Alves el 27 de mayo de 1977 y el papel de los cubanos en ese dramático suceso.

Se aceptan todo tipo de sugerencias, porque es tema poco conocido e investigado.

Bauta en Angola

José Leonardo Rivero, joven de Bauta que participó en la Guerra de Angola en la década del 80

José Leonardo Rivero, joven de Bauta; estuvo en Angola en los 80

Acabo de imprimir, con la esperanza de verla en tu sitio, esta foto que mi primo José Leonardo Rivero me envió desde Angola a principio de los años 80. Como él, otros jóvenes del pueblo de Bauta (no puedo dejar de mencionar al amigo y futbolista Daniel “El Pelé” Hernández, del barrio bautense La Laguna) fueron enviados a esa guerra. El Comité de Reclutamiento en Bauta, curiosamente, estaba en la antigua estación de policía, frente a las escuelas Generación del Futuro (un Concentrado de 6to. Grado) y la Secundaria Básica Camilo Torres.

Tanto el Pelé como Pepito, mi amigo y mi primo, regresaron vivos; pero un gran grupo de otros jóvenes del municipio fueron velados en el Círculo Social 1ro. de Mayo, donde mismo bailábamos y jugábamos ajedrez o dominó.

No puedo decirte, el menos en los dos casos que te cito, que fueran obligados a ir a Angola, contra su voluntad; ni siquiera que lo hicieron a disgusto. Mi tío Pepe Rivero, el padre de José Leonardo, fue fundador de las milicias y combatiente de Girón. Eso, sumado a la indiferencia política de mi primo, da una resultante a favor de “la misión”.

Daniel “El Pelé”, por su parte, era y es un excelente muchacho, de esos que en Cuba llamábamos “concientones”. Vive aún en la isla, y tiene algún cargo en la que fue Textilera de Ariguanabo, en el Cayo de La Rosa.

Ninguno de los dos hablaba mucho de la experiencia en Angola; pero recuerdo que lo más feo que alcanzaron a contarme tenía que ver con el pase de cuentas entre los mismos cubanos, por temas relacionados con la pacotilla y ofensas de barraca.

Un saludo,

Emilio Ichikawa.